Click here to switch to English

ATG2. Eslovenia, un paraíso ciclista por descubrir

Escoge un destino, selecciona a quince riders, cuadra fechas, compra vuelos, coordina traslados, reserva hoteles, encuentra rutas, busca los mejores puertos de montaña y las carreteras más recónditas, decide kilómetros y desnivel, organiza desayunos, comidas y cenas, planifica shootings, haz la maleta y asegúrate de que no te olvidas nada… Horas y horas de dedicación, reuniones, nervios y dolores de cabeza pero, una vez llega el día D, todo queda atrás, una nueva edición de Among the Giants empieza y sabes que todo va a salir bien.

Este proyecto es mucho más que ciclismo de alta montaña, es conocer a personas de otros países, compartir experiencias, convivir, explorar nuevas rutas y descubrir lugares realmente asombrosos. Una sensación profunda y real que, gracias a la magia del ciclismo, hace que fluyan muchas sinergias y buen ambiente durante esos días, algo inexplicable si no la has vivido antes.

“Hoy nos presentamos como desconocidos, el último día nos abrazaremos como amigos”. Andrea Schilliró durante el briefing de presentación de esta edición.

Estamos orgullosos y felices de contaros que no nos equivocamos en elegir Eslovenia como destino para esta segunda edición. En realidad, era una gran apuesta a lo desconocido y nos jugábamos mucho, pero, finalmente, lo que nos encontramos en nuestro viaje por el noroeste del país fue realmente alucinante y consiguió dejarnos a todos con la boca abierta.

Ahora más que nunca, sabemos que el título de esta segunda edición “Slovenian Wild Roads” fue el más acertado.

ATG2. Slovenian Wild Roads

Día 1: Vamos a conocernos

Tras instalarnos en Lesce, una pequeña ciudad muy cerca de Bled, y tras desempaquetar todas las bicicletas, nos dirigimos a llenar el estómago para recuperar fuerzas y realizar un pequeño briefing de presentación de ATG y de todos los integrantes que formarían esta edición, sin formalidades, acompañados por una cerveza para brindar… ¡ideal para romper el hielo!

Día 2: Ruta circular Bled por Bohinjsko

90km y 1800m de desnivel. Una ruta bonita, de dureza variable y donde veíamos los grandes picos cerca, pero sin pisarlos en sus vertientes más duras.

La primera toma de contacto con los Alpes Julianos partió de Bled, mientras los primeros bañistas madrugadores se refrescaban en el lago glaciar con vistas al castillo medieval, nosotros enfilamos las primeras cuestas. La ruta se planificó relativamente corta y con un desnivel contenido, pero no exenta de duras ascensiones, como la que bordea el monte Jeličnik y apodado como el “Mortirolo esloveno”. Paradas en sitios con mucho encanto como el Lago Bohinjsko y vuelta, con intensos descensos y un sube-baja que, sumado a la perfecta temperatura que nos acompañó el primer día, hizo que a la llegada a Bled, muchos no pudiéramos resistir la tentación de saltar de cabeza al lago. Suficiente para ser el primer día de ruta. GENIAL.

Día 3: De Bled a Kranjska Gora

165km y 3000m de desnivel, ruta larga y con puertos de entidad, nos sumergimos en los Alpes.

Tras partir de nuevo de Bled, nos adentramos esta vez en la alta montaña. Un primer ascenso al Crni Vrh (pronunciadlo si podéis), nos transportaba a un paraje diferente, más alpino; enormes valles se extendían entre gigantes montañosos y al avanzar por las carreteras, sabiendo que nos esperaban muchas horas en el sillín, no nos quitaba la sonrisa de la boca.

Tras unas horas de rodar “fácil”, llegamos a la región de Trenta, nos esperaba el plato grande del día, el paso Vršič.

Puerto de 12km y altimetría generosa, toda una experiencia ciclista, se caracteriza por una dureza incrementada por multitud de curvas de herradura que, hasta que no restan unos 3km para la cima, no dejan ver más allá del siguiente escalón. Un tramo final con rampas de hasta el 18% fue la guinda a un bonito puerto que finaliza en un paisaje puramente alpino, montes pelados salteados por abetos y unas simpáticas ovejas que nos recibieron efusivamente.

El descenso hacia Kranjska Gora no quedaba atrás en espectacularidad, con multitud de curvas de herradura aderezadas con adoquines, un paraíso ciclista.

Día 4: Visita al gran Mangart

117Km y 2800m de desnivel, partiendo de Kranjska Gora y sin tiempo para concienciarnos, volvimos a subir el paso Vršič, pero esta vez desde su otra vertiente, la que líneas antes habíamos descrito como paraíso con sus adoquines y curvas de herradura, nos hizo sudar de lo lindo para empezar el día.

Tras reagruparnos en su cima y volver a saludar a las simpáticas ovejas, iniciamos el vertiginoso descenso y enfilamos carretera entre amplios valles y siempre siguiendo el río Soča, que nos acompañó largos kilómetros con su color turquesa, que hacía dudar si eran aguas caribeñas o alpinas (la temperatura disipaba dudas).

Y ahí estaba, a lo lejos empezamos a ver una montaña vertical, un GIGANTE de los que te hacen sentir pequeño y preocupado si estás con las manos en un manillar. Nos recibía el Mangart.

Este puerto se divide en dos partes de 26 y 16 kilómetros respectivamente y va ganando en belleza al paso de cada uno de ellos. A inicio de puerto te saludan carteles avisando de las duras rampas del 22%, presagio de lo que está por venir.

Podríamos alargarnos hablando de las bondades ciclopédicas de este puerto, túneles, cambios de vertiente, muros… pero no acabaríamos nunca, nos dejó totalmente enamorados. Todos coincidimos que era uno de los puertos más bonitos que habíamos subido nunca y que era un auténtico must para cualquier aficionado al ciclismo.

De camino a la pintoresca ciudad de Kranjska Gora realizamos algo que ya es una “tradición” en los ATG, unos 30 km de sprints, ataques y apretones como broche final a la etapa reina.

Era hora de descansar un poco y comentar todas las anécdotas, situaciones cómicas y momentos duros del día, algo que se había convertido en todo un ritual salvo que esa noche era la última en Eslovenia y teníamos una cena muy especial en la que degustaríamos los deliciosos sabores del país gracias a los amigos de Hiking & Biking Slovenia y del Gobierno de Eslovenia que nos trataron de diez.

Día 5: Aprovechando las últimas horas

Se acercaba el final de la aventura, pero, para los que nuestro vuelo nos lo permitía, quedaba una guinda final, 900m en 30 km.

Visitamos Austria a través del Wurzen Pass, una carretera donde se recomienda a los vehículos ascender y descender en primera velocidad, unas rampas que nos hicieron temblar las piernas (como el tramo de 600m al 18% constante) y que, con cierto sadomasoquismo, fue nuestra elección para despedirnos de ATG 2.

Deja un comentario