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Moda ciclista a finales del siglo XX

En este periodo de cuarentena, pasar el día mirando la televisión se ha convertido en algo habitual y libre de pecado. Muchos de nosotros no somos capaces de sacarnos el ciclismo de la cabeza, y cualquier retransmisión relacionada con nuestro deporte favorito justifica el hecho de pasarnos horas delante de la pantalla. Carreras virtuales, documentales sobre la vida dentro y fuera de la carrera… Algunos canales de televisión están apostando también por mostrar etapas y gestas épicas de años pasados buscando activar un sentimiento de nostalgia en nuestro interior, y la verdad es que lo han conseguido.

Parece mentira el tiempo que ha pasado en algunos casos, pero al ver esos momentos repetidos se despiertan las mismas emociones que aquel día. Incluso si no tuvimos la suerte de presenciarlo en su momento, nos metemos en la piel de los aficionados contemporáneos a aquellas épocas y deseamos haber estado allí en persona. Los más jóvenes ahora entienden por qué se idolatra a ciclistas como Pantani, Indurain o Hinault, y se cuestionan cómo era posible rendir al máximo nivel con el equipamiento del que disponían. Ellos que están acostumbrados a sus ruedas de carbono, su equipación aerodinámica y sus dispositivos de tecnología avanzada se sorprenderían al saber que muchos de los registros marcados hace décadas siguen sin ser batidos a día de hoy.

La tragedia que cambió el reglamento

Algo que a cualquier aficionado nacido en el siglo XXI comprensiblemente no le entra en la cabeza es ver a los ciclistas sin casco, jugándose el tipo en recorridos tan o más peligrosos que los actuales, y es que realmente la normativa que ordenó su obligatoriedad fue publicada hace relativamente poco. El uso obligatorio del casco fue instaurado tras la muerte del ciclista kazajo Andrei Kivilev tras una fatal caída en la París – Niza del año 2003, y hasta ese momento su uso era recomendado pero no obligatorio. Por aquel entonces ya eran varios los ciclistas que voluntariamente lo utilizaban, pero fue el Giro de Italia de ese año la primera carrera con la norma en vigor.

En 1991 la Unión Ciclista Internacional hizo una primera tentativa, pero cesó el intento tras la huelga convocada por la asociación profesional de ciclistas. Varios siguieron siendo detractores de la norma del 2003, justificando su postura por lo incómodos que eran a la hora de hacer frente a prolongadas ascensiones bajo el sol abrasador de los meses más calurosos o el peso extra que tenían que arrastrar. Parece ser que aquello de las “ganancias marginales” no es una corriente tan actual como pensamos.

A raíz de este tipo de quejas se permitió durante un tiempo desprenderse del casco durante la última ascensión de una competición si esta tenía más de cinco kilómetros de longitud. En caso de ser así, a pie de puerto se producían escenas semi cómicas con ciclistas lanzando los cascos a los auxiliares del equipo que esperaban a un lado de la carretera. Tras varias revisiones de la normativa, estas excepciones fueron suprimidas.

La estética ciclista de los años 80 y 90

Todos nosotros apoyamos el uso del casco y afortunadamente, tanto en el mundo profesional como en el recreativo, ponerse el casco antes de salir a pedalear se ha convertido en una acción tan inconsciente y automática como abrocharse el cinturón al entrar al coche. Sin embargo, envidiamos a los aficionados que se deleitaban viendo el pelo engominado de Cipollini o las trenzas que Fignon lucía allá donde competía.

Los ciclistas podían mostrar su estilo a través de sus peinados y complementos, y la estética tenía en ocasiones más relevancia que el rendimiento físico. Era su forma de hacerse notar dentro del pelotón y dar a conocer su personalidad, mientras que en el panorama actual no hay elementos que ayuden a diferenciar dos miembros de un mismo equipo sin tener en cuenta aspectos físicos como la altura o tono de piel.

Igual que hoy en día los patrocinadores sacan partido de las competiciones más importantes para dar a conocer nuevo equipamiento, en la década de los 80 y 90 los propios ciclistas lucían nuevo peinado para encarar aquella carrera tan importante que habían preparado a consciencia durante meses. Pensándolo así, es comprensible que en un primer momento fueran reticentes a la implantación obligatoria del casco, pero con el paso de los años se ha comprobado la correcta decisión que se tomó.

Iconos de la moda

¿Quién no recuerda las conocidas bandanas de Pantani? Estas piezas triangulares de tela que el italiano se ataba alrededor de la cabeza fueron una de las razones que impulsaron el apodo de Il Pirata, además de por sus brillantes pendientes. Otra asociación habitual es la de Indurain y sus gorras o casquettes, que tan poca gente sabía lucir en la década de los 90 como él. Miguelón fue una referencia en el mundo del deporte no solo por su rendimiento sino por su planta y estilo sobre la bicicleta.

Es tan serio el asunto sobre la correcta utilización de este tipo de gorras que hasta existe un reglamento no oficial que indica cuándo está permitido lucirla. Varias personas pregonan sobre cómo vestirla, ya que según ellos solo existe una forma de hacerlo correctamente. Esta debe mantenerse firmemente en la cabeza, pero dejando un espacio entre la parte superior y el pelo. El visor debe estar suficientemente adelantado pero sin molestar el campo de visión y sobre todo recuerda que no es cool llevarlo hacia arriba. Ahora ya sabéis cómo ponérosla para que los enterados del tema no os miren mal.

Estética a parte, el casquette es un accesorio realmente práctico, y algunos ciclistas profesionales lo siguen vistiendo en el presente debajo de su casco. En días helados contribuye a mantener la cabeza templada evitando que el frío entre por las ranuras del casco, al igual que la lluvia. Además, si se lleva el visor bajado, las salpicaduras de la carretera son repelidas, y las gotas que se filtran desde el casco no llegan a contactar con la frente ni entrar en los ojos.

Estas gorras han ido perdiendo presencia en el ciclismo profesional, y es más habitual que la gente los luzca en situaciones fuera del contexto puramente competitivo, como por ejemplo algunos baristas en cafeterías.

Sorprende pensar todo lo que ha cambiado en un periodo relativamente corto de tiempo, pero por suerte contamos con la tecnología para trasladarnos virtualmente al pasado y rememorar aquellos momentos. Ponte cómodo, abre bien los ojos y disfruta de las proezas de aquellos que marcaron la historia de este deporte.

Fotos de: Flickr/@Anders (CC BY-ND 2.0)

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