Cuando Gravel Ground apareció en nuestra bandeja de entrada por primera vez, supimos de inmediato que iba a ser un éxito. Tenía todo lo esencial para prosperar en un calendario ya de por sí congestionado: organizadores experimentados, una ubicación única y una descripción clara de cómo debe ser un evento no competitivo.
“Una aventura gravel es más que andar en bicicleta: es disfrutar de la gastronomía, los paisajes y descubrir un nuevo territorio” – NSN, organizadores de Gravel Ground
La edición inaugural de Gravel Ground tuvo lugar en La Palma, Islas Canarias. Fue la primera vez que un evento gravel se llevó a cabo íntegramente en la isla y, a pesar de los desafíos logísticos, los 50 participantes disfrutaron de cuatro días de ciclismo, del 24 al 27 de octubre, en “La Isla Bonita”, como se la conoce comúnmente.
La organización de un evento a distancia presenta unos retos adicionales, pero NSN, con sede en Barcelona, se asoció con el Cabildo de La Palma para aprovechar al máximo su conocimiento de la isla. Varias empresas, tales como proveedores de alimentos, también se involucraron, asegurándose de que el evento tuviera un impacto positivo en la economía local. Guava se unió al proyecto como patrocinador principal, y pudimos probar su modelo de gravel Spot durante nuestra estancia.
A pesar del enfoque social, la ruta supuso un desafío notable: casi 8.000 metros de desnivel en apenas 250 kilómetros. Ese kilometraje se distribuyó en cuatro etapas, cada una presentando sus propios desafíos debido a su terreno particular.
Al final del evento, hicimos una vuelta completa a la isla en sentido contrario a las agujas del reloj, recorriendo todos los caminos forestales transitables. La Palma era conocida hasta ahora por sus bajadas para Enduro, pero descubrimos que también puede convertirse en el próximo destino de gravel.
Con algo de experiencia en lo impredecible que es el clima en las Islas Canarias, llegamos a La Palma con la mente abierta y esperando lo inesperado. Íbamos a pasar tres noches al aire libre, durmiendo en tiendas de campaña compartidas con los demás participantes. Junto con el saco de dormir y la esterilla, llevamos ropa para todo tipo de condiciones meteorológicas y estamos muy contentos de haberlo hecho, aunque el primer día parecía que todo iba a ser cielos azules.
Stars Ride
Gravel Ground La Palma partió desde Santa Cruz, a nivel del mar. Tras un calentamiento sobre asfalto, donde aprovechamos para poner a punto nuestra Guava, tomamos el camino de gravel de Puntallana que nos llevaría hasta los 2.000 m de altitud. No vimos el cielo durante kilómetros, con una vegetación densa particular de este rincón del mundo.
Al final del camino, de repente estábamos por encima de las nubes, con el magnífico Teide de fondo, situado en la vecina isla de Tenerife. A partir de ahí continuaríamos con nuestro ascenso por una carretera perfectamente asfaltada, con solo una breve parada en el punto de avituallamiento.
Los últimos kilómetros hasta la cima fueron duros pero gratificantes. Pasamos por delante del Observatorio del Roque de Los Muchachos. En ese momento no los sabíamos, pero después nos contaron que en el lugar se encuentra el mayor telescopio óptico-infrarrojo del mundo, además de otras infraestructuras más pequeñas para observar y analizar el universo.
Allí estábamos, en el punto más alto de la isla, intentando procesar todo lo que veíamos a nuestro alrededor. Según los locales, tuvimos mucha suerte con la visibilidad de la que gozamos ese día, lo que nos hizo sentir aún más privilegiados por estar allí con otros participantes a los que ya considerábamos amigos.
Regresamos al avituallamiento, donde tomamos un desvío a la izquierda para continuar con el largo descenso, primero por asfalto y luego por gravel. La Pista Gallegos fue entretenida y nos obligó a estar concentrados durante toda la bajada. Contaba con un tramo expuesto con vistas al mar, una bonita concatenación de curba de herradura de gravel y un último segmento rodando sobre la hojarasca de los pinos, que aportaba un extra de agarre.
La meta era en la Laguna de Barlovento, más concretamente en el Parque Recreativo Laguna de Barlovento. El campamento, incluyendo las tiendas de campaña y las duchas calientes al aire libre, ya estaba instalado gracias al duro trabajo de los organizadores y de MountainRide, un negocio local de bicicletas. A pesar de llegar a media tarde, nos sirvieron lo que viene a ser la comida, por lo que además de todo lo que había en los avituallamientos, estábamos muy bien atendidos.
Durante el día ya conocimos a algunas de las otras personas con las que compartiríamos esta aventura gravel, pero el tiempo en el campamento mientras esperábamos la cena fue la ocasión perfecta para descubrir quiénes eran los otros participantes que se desplazaron a La Palma.
Jungle Ride
Cada etapa recibió un nombre basado en las características del terreno y las vistas a lo largo del camino. ‘Jungle Ride’ fue un nombre muy apropiado para el segundo día de ciclismo, ya que los primeros kilómetros fueron muy húmedos y atravesando vegetación tropical.
Esta vez empezamos a subir desde el principio, acumulando 750 metros de desnivel en los primeros 10 kilómetros en dirección suroeste. Una vez las pendientes se suavizaron, emprendimos el regreso a la costa este de la isla a través de un descenso que al principio fue rápido pero que luego se convirtió en una tarea desafiante por su tecnicidad y las lianas que colgaban de los árboles.
El primer avituallamiento marcó el final de la sección off-road del día. A partir de ahí continuaríamos primero descendiendo hasta Puerto Espíndola y sus piscinas naturales, para luego volver a subir por la carretera de Mimbreras hasta una altura similar a la que iniciamos el día.
Pasamos por miles de plataneros e incluso entablamos una conversación con un comerciante local para que nos explicara el proceso de recolección de plátanos y su envío a Europa continental.
Una vez en el campamento itinerante, procedimos con nuestra recién adquirida rutina: recoger nuestras mochilas, colocarlas en la tienda, ducharnos y lavar a mano nuestra equipación. En el camping había un restaurante donde pudimo comer y cenar platos típicos de la zona. Entre comidas nos entretuvimos jugando al frisbee o simplemente hablando de temas ajenos a la bici.
Banana Ride
La lluvia y el viento que nos acompañó durante la noche, aunque la tiendas de campaña repelieron el agua mejor de lo esperado, nos truncaron el sueño. Si tenemos en cuenta que ese día había un rally de coches que nos obligó a salir a las 7.30 para asegurarnos de llegar a una carretera antes de que cerrara, podemos decir que afrontamos la Banana Ride en condiciones poco óptimas.
Rodar de noche, con algunas gotas de lluvia pero temperaturas tolerables, tenía su encanto. Nos mantuvimos en grupo hasta llegar al primer tramo de gravel. Se crearon algunos huecos, pero conscientes de que teníamos todo el tiempo del mundo para completar los 75 km y 2.400 m de desnivel, acabamos juntándonos de nuevo en el primer avituallamiento.
Durante las siguientes horas, rodamos en dirección sur por la pista adyacente al Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, con bosques de altos pinos y vistas periódicas a la costa oeste de La Palma. Probablemente fue el primer segmento de toda la prueba sin subidas ni bajadas destacables, pero el terreno era ondulado y siempre fluctuaba alrededor de la cota de los 1.000 metros. Tomamos un pequeño desvío para ver el Mirador del Time, desde donde pudimos observar el Valle de Aridane y las coladas de lava de la erupción que tuvo lugar en 2021.
Una vez más, partes del descenso fueron más complicadas de lo esperado, pero el tramo final siguiendo la carretera principal hacia Tazocorte fue impresionante, con vistas a las escarpadas cumbres de La Palma. Improvisamos una parada para tomar un café junto al mar, aunque el verdadero punto de avituallamiento, la tienda MountainRide en Los Llanos, estaba a solo un puñado de kilómetros de distancia.
Allá abajo hacía sol, pero viendo hacia donde nos dirigíamos, estaba claro que nos encontraríamos con unas condiciones meteorológicas complicadas. Empezamos a sentir las primeras gotas incluso cuando no había nubes arriba, pero las ráfagas de viento eran tan notables que transportaban la lluvia desde el interior de la isla.
Los últimos 30 kilómetros fueron cuesta arriba. Salimos de MountainRide con un grupo reducido pero pronto cada uno empezaría a subir a su propio ritmo. Los desniveles alcanzaron los dos dígitos al pasar por unos campos de verduras y en un momento vimos los primeros rastros de cenizas volcánicas.
Durante la reunión informativa de la noche anterior, nos dijeron que había un tramo de 2 km para hacer a pie con la bici, pero no sabíamos exactamente dónde. Pensamos que podríamos recorrerlo entero, ya que era técnico pero factible. Sin embargo, tuvimos que poner los pies en el suelo cuando llegamos a un banco de arena de cenizas volcánicas. Arena negra. Nunca habíamos pensado que pasaríamos por encima de las huellas de una erupción reciente, y una vez más Gravel Ground nos deleitó con unos momentos únicos.
Fue realmente épico, no solo por la superficie sino por la lluvia y el viento a los que de repente tuvimos que hacer frente, como si fuera un microclima diferente. Queríamos quedarnos allí, esperando a los demás para poder compartir juntos esos momentos impagables, pero empezamos a tener frío y salimos del tramo volcánico para afrontar el par de kilómetros de asfalto que nos separaban de la meta.
El campamento, situado en pleno corazón del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, era de lo más minimalista: un par de casetas abiertas donde encender una hoguera, unos bancos y poco más. Hacía bastante frío y la lluvia, aunque en baja intensidad, seguía presente, así que creamos un ambiente acogedor alrededor de la chimenea mientras esperábamos la hora de cenar.
Volcano Ride
Nos consideramos madrugadores, pero ese día no queríamos salir del saco de dormir. La noche había sido fría y la lluvia había continuado durante toda la noche. Nos arrastramos hasta la línea de salida, donde los altos pinos habían creado el ambiente místico perfecto.
Por suerte, el tiempo cambió poco después de empezar a pedalear. La lluvia se convirtió en llovizna y luego paró definitivamente. El perfecto estado de los caminos de gravel también nos subió el ánimo. Nos recordamos a nosotros mismos lo privilegiados que éramos por poder hacer lo que más nos gusta en un lugar como La Palma, y aunque nos acabamos acostumbrando a rodar sobre arena volcánica, fue una situación única que nunca olvidaremos.
La Volcano Ride consistía en un circuito de 40 km alrededor del Parque Natural de Cumbre Vieja, íntegramente sobre gravel, antes de descender a Los Cancajos, donde finalizaría nuestra aventura en bicicleta.
Nos aseguramos de compartir algunos kilómetros con cada uno de los individuos que hicieron que nuestra estancia en la isla fuera aún más gratificante. Ya tendríamos tiempo en el hotel para procesar juntos todo lo vivido, pero cada pedalada que nos acercaba a la meta también nos alejaba del campamento, del volcán, de la selva, de las cenizas.
¿Dónde la próxima?
Gravel Ground La Palma 2024 fue el ejemplo perfecto de cómo debe organizarse un evento gravel no competitivo. Regresamos a casa con mucho más de 20 horas sobre el sillín. Además de montar en bicicleta, aprendimos sobre la cultura local y pudimos probar las delicias de la gastronomía canaria. Esperamos que La Palma conserve sus joyas naturales, pero también queremos que más ciclistas descubran esta isla mágica.
Seguro que los organizadores encuentran el equilibrio perfecto, y aunque Gravel Ground no está vinculado exclusivamente a La Palma, esta exitosa primera edición debe haber motivado a NSN a comenzar a planificar la próxima. Hicimos una lluvia de ideas sobre posibles ubicaciones donde podrían organizar el próximo evento gravel por etapas, pero lo cierto es que La Palma siempre será recordada como el lugar donde comenzó todo.