Ya tocaba visitar Colombia. Ese país en el que tenemos tantos conocidos y del que tan bien nos habían hablado. En otras ocasiones, nuestro espíritu aventurero nos hubiera llevado a organizar toda la estancia por nuestra cuenta. Sin embargo, debido a nuestro limitado conocimiento de la región y sus carreteras, delegar la planificación a Colombici fue clave para vivir la mejor experiencia posible.
Colombici, un proyecto orgánico
Lo que para Maya y Pan empezó como viajes por su cuenta para descubrir Colombia – país en el que actualmente residen -, pasó a ser su principal ocupación. Mientras que ya existían operadores turísticos ofreciendo training camps que se basan en el principio “más horas en bici es mejor”, Colombici se centró desde el inicio en encontrar el balance perfecto entre el reto físico y la posterior recompensa. La opinión de todos los grupos de ciclistas que han optado por sus servicios, y la nuestra propia, avalan su posicionamiento.
Tras vivir en varios países, son conocedores de las necesidades y deseos de ciclistas internacionales en lo que a aventuras en bici se refiere. A todos nos llama la atención lo exótico, y Colombia es un país único en muchos sentidos. Hay paisajes, carreteras y estilos arquitectónicos que no se pueden encontrar en ningún otro lugar del mundo, y Colombici ha creado un portfolio de itinerarios que transitan por todos ellos.
De todas las opciones que nos pusieron sobre la mesa, nos decantamos por su tour Into Coffee Heartlands, que nos llevaría desde la capital del país, Bogotá, hasta el departamento de Quindío, donde se encuentras pueblos tan pintorescos como Filandia y Salento. El recorrido incluía también el Alto del Sifón, la actualmente subida asfaltada más larga del mundo, con una cima a 4.120 metros de altitud.
Fue una sensación extraña el no tener que planificar nada de nuestro viaje, ya que ellos se encargaron de todo. Las rutas parecían atractivas, y las actividades que nos propusieron eran de nuestro agrado. Solo quedaba ir descontando los días hasta viajar al sur de América y encontrarnos con ellos.
A bordo de bicis Scarab
Aterrizamos en Bogotá, pero allí pasaríamos pocas horas ya que nuestra ruta comenzaba en las afueras, relativamente alejados del tráfico de la capital. Con jet lag e intentando encontrar el oxigeno a 2.600 metros de altitud, pusimos a punto las bicis de Scarab con las que íbamos a recorrer Colombia.
Toni montó el modelo all road Apüna de la marca de Medellín, hecha en acero y con un trabajo de pintura realmente particular, tal y como Scarab nos tiene acostumbrados. La bici de Javi era el modelo de carretera Santa Rosa en su versión con cableado integrado y mayor pase de rueda. También contaba con el nuevo Colibrí Damping System de la marca, el cual reemplaza la tradicional tija de acero por un tubo vertical de carbono. Además del claro aspecto estético, esta mejora ofreció un gran confort a lo largo del recorrido gracias a sus propiedades para absorber vibraciones.
Día 1
Con una suave ascensión iniciamos nuestra ruta en Colombia. El tráfico era moderadamente denso, y nos sorprendió gratamente que los vehículos dejaran, en la mayoría de los casos, la separación deseada al adelantarnos. Carreteras anchas, líneas pintadas en amarillo en lugar de blanco… inconfundiblemente estábamos en América.
La tendencia de la primera etapa fue mayormente descendente, ya que acabábamos el día a apenas 500 metros sobre el nivel del mar. Fueron largas bajadas de pedalear, sin pendientes pronunciadas, en las que disfrutamos de las vistas a las montañas. Nos llamó la atención que, a diferencia de Europa, la vegetación estaba presente hasta en los picos más altos, alterando su silueta.
Paramos en Vianí. La cata de productos típicos colombianos comenzó. Empanadas y almojábanas saciaron el hambre, y los bocadillos de guayaba nos aportarían el azúcar necesario para el resto de la etapa.
El descenso prosiguió, y la carretera se volvió aun más serpenteante. Vislumbramos el río Magdalena, y fue en la Curva del Ángel donde se apreció en todo su esplendor. Este río cruza todos los principales departamentos de Colombia, antes de desembocar en el Caribe.
Un par de inesperados y breves aguaceros hicieron acto de presencia en el último tercio del día. Esto disminuyó la temperatura ambiental, lo que jugó a nuestro favor ya que en esa zona suele apretar mucho el sol. Pusimos punto y final a la primera etapa en Cambao, la frontera el departamento de Cundinamarca y Tolima.
Nos subimos al coche de Danilo, ciclista ex-profesional colombiano, quien nos asistiría durante todo nuestro tour. Desde ahí llegamos a Honda, donde dimos un breve paseo antes de ir a descansar al Hotel Posada Las Trampas.
Día 2
Nuestro aproximamiento al Alto del Sifón continuó con una segunda etapa que tendría sus propios puntos destacados. Las primeras dos horas fueron totalmente llanas, siendo Mariquita y Armero los municipios más relevantes de esa primera parte del día. Mariquita es el lugar desde donde la mayoría de ciclistas inicia su ascenso al Alto de Letras, que se corona a 3.680 metros de altitud. Esa era hasta ahora la subida más mítica del país, pero el gobierno pavimentó hace un año y medio un camino que ha posibilitado el ascenso con bici de carretera hasta el Alto del Sifón a través de Armero.
El viento soplaba a nuestro favor mientras nos dirigíamos en dirección sur, y cubrimos todo el tramo hasta Armero rápidamente, con solo una parada en Guayabal Armero para hacernos una foto comiendo un bocadillo de guayaba. Era obligatorio.
No fue hasta ese mismo día que supimos de la tragedia de Armero. En 1985, la erupción del volcán Nevado del Ruiz provocó una avalancha ladera abajo que destruyó el municipio, acabando con la vida de más de 20.000 habitantes. Ver las ruinas en primera persona nos encogió el alma.
Apenas un par de kilómetros más adelante hicimos la última parada antes de iniciar la ascensión hasta Líbano. Hacía mucha calor para nosotros, pero es la temperatura habitual de la zona. Unas achiras y almojábanas fueron nuestra gasolina para los 30 km de subida que teníamos por delante.
No fue fácil, pero todo el desnivel que acumulamos ese día nos lo ahorramos para el día siguiente. Algunos ciclistas suben hasta el Alto del Sifón desde Armero, lo que implica 115 km de ascenso continuo. Nosotros dividimos la ascensión en dos tramos, durmiendo en Líbano, el último municipio de mediano tamaño antes de la cima.
Día 3
Si el ascenso al Altos del Sifón ya es de por sí un reto mayúsculo, las condiciones meteorológicas iban a acentuar su dureza. Empezó a llover la tarde anterior, y aunque justo paró cuando empezamos nuestra ruta – a las 5:30 para intentar coronar temprano -, nos mojamos intermitentemente durante todo el día.
El primer tramo fue el más duro por sus pendientes. Llegamos a Murillo, un pequeño pueblo a 2.900 metros de altitud con mucho encanto. Desde la entrada se apreciaban a lo lejos las faldas del Nevado del Ruiz, algo que alzó nuestros ánimos. Lo que subió nuestra temperatura corporal fue el caldo que tomamos a cubierto en uno de los locales de la plaza.
Con 25 km de ascensión ya a nuestras espaldas, encaramos con confianza los 30 restantes. La falta de oxígeno ya era aparente, y llegó un momento que apenas podíamos pedalear. Había fuerzas, pero las piernas no respondían.
No había prisas; una vez mojados ya es indiferente que siga lloviendo o no, y estábamos en camino de coronar antes del mediodía. A ratos rodando en grupo, a ratos olvidándonos de los demás y siguiendo nuestro propio ritmo, fuimos descontando los kilómetros que nos separaban de la cumbre más alta de todo el viaje.
Sobre la cota de 3.800 la fauna desapareció, y el paisaje parecía de otro planeta. Es lo que se conoce como el páramo. En ese momento avistamos los primeros frailejones, una planta nativa con un grueso tronco y una roseta en la parte superior. Nos dijeron que apenas crecen 1 cm por año, por lo que al apreciar el tamaño de algunos de ellos imaginamos lo antiguos que son.
Primero llegamos al Alto de Ventana, bajamos unos tres kilómetros, y cinco kilómetros más allá, sin darnos cuenta porque no hay ningún tipo de señal que lo indique, coronamos el Alto del Sifón.
¿Acabó ahí la tercera etapa? No, queríamos conquistar también el famoso Alto de Letras, aunque no fuera por la vertiente típica. Desde el Sifón nos adentramos en el Parque Nacional Natural Los Nevados, y después iniciamos un descenso con fuerte lluvia y frío. Agracedimos el momento en el que alcanzamos el cruce para iniciar la gentil subida hasta Letras.
Estábamos extremadamente orgullosos del logro, pero no había tiempo para celebraciones. Nos subimos al coche y bajamos hasta Manizales, donde los baños termales del hotel Termales el Otoño nos esperaban.
Día 4
Iniciamos el cuarto día de nuestro Coffee Heartlands tour con una visita a la Hacienda Venecia, donde nos enseñaron todo lo que hay detrás de una taza de café. Desde la recolección del fruto hasta su tueste, pasando por el proceso de pre secado y secado, nos volvimos unos eruditos del tema.
Dedicamos toda la mañana a ello, por lo que el tiempo se nos echó encima. Era una etapa de transición, rodeando Pereira para luego adentrarnos en el departamento de Quindío. Según los locales, la comida más típica en Colombia antes de salir a rodar es un buen caldo, por lo que seguimos sus consejos y lo complementamos además con una refrescante agua panela fría con limón.
Iniciamos el recorrido sobre las 14:00. Acordamos rodear Pereira en lugar de cruzar sus concurridas calles, pero aun así el tráfico estuvo presente durante toda la sección de carretera principal de la ruta. Tras una larga y tendida ascensión, llegamos hasta el desvío hacia Filandia. Habíamos escuchado muchas cosas buenas de este pintoresco municipio, pero aplazaríamos la visita en condiciones hasta el día siguiente ya que el atardecer nos acechaba.
Llegamos a Casa du Veló y nos metimos directamente en su sala de vapor para entrar en calor. Más tarde tuvimos tiempo de echar un vistazo al resto de sus instalaciones y la deslumbrante arquitectura del complejo. Un verdadero paraíso para el amante de la bicicleta.
Día 5
Desgraciadamente era el último día de ruta. La única buena noticia era que no teníamos que hacer las maletas ya que volvíamos a pasar noche en Casa du Veló. En esta quinta etapa realizamos una vuelta dentro del departamento de Quindío en la que volvimos a pasar por Filandia, bajamos a Salento y fuimos hasta Cocora.
Era domingo, y el siguiente lunes era festivo, por lo que nos cruzamos con una gran cantidad de ciclistas. Inevitablemente también había mucho turista por la zona, y es que tanto Salento como Cocora son sitios que merece la pena visitar.
Tras un breve descenso por carretera principal, nos enfrentamos a 4 km realmente duros para llegar a Salento. Pasamos de largo – volveríamos más tarde para parar a comer – y fuimos en dirección este y ascendente hasta Cocora, lugar conocido por su belleza y sus altas palmeras.
A lomos de nuestras Scarab pudimos llegar hasta un determinado punto de la ruta, ya que a partir de ahí solo se podía seguir avanzando a pie o a caballo. Nos reagrupamos ahí arriba, y tras una breve parada deshicimos nuestros pasos para descender de vuelta a Salento. Nos sentamos en una terraza de la plaza principal para seguir catando los manjares colombianos.
Ya habíamos realizado la mayor parte del desnivel, por lo que en el segundo tercio de la etapa disfrutamos de un largo descenso en el que cruzamos Circasia, Montenegro y Quimbayá. Es en este último pueblo iniciamos la última ascensión de nuestro tour con Colombici, justo cuando nuestras piernas nos empezaban a pedir clemencia tras la carga acumulada los anteriores días.
Fue una subida entretenida, con pendientes cambiantes y vistas a las plantaciones de plátanos. Sin embargo, siendo honestos, lo que más deseábamos era llegar a Casa du Veló. Los últimos 700 metros a más del 15% hicieron que llegáramos al alojamiento agotados y caninos.
Una vez medianamente recuperados, nos acercamos a Finlandia para pasear por sus coloridas calles y contagiarnos por el buen ambiente que se respiraba. En nuestra última cena juntos, Maya y Pan nos entregaron unas medallas que significaron mucho para nosotros. Por todo lo vivido gracias a ellos. Colombici nos convenció para viajar a Colombia, y ahora somos nosotros los que os recomendamos encarecidamente a que exploréis el país con ellos.