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Places to ride: Niza

Francia, en el mundo del ciclismo, es un país especialmente conocido por albergar la mayor de las tres Grandes Vueltas del calendario: el Tour de Francia. Con la mayoría de los puertos de montaña más duros y emblemáticos de esta carrera ubicados entre los Pirineos y los Alpes más orientales, el país francófono también cuenta con otros lugares increíbles para la práctica de ciclismo.

En esta ocasión, nos gustaría hablaros de Niza, una ciudad costera situada al sureste del país, dentro del departamento de los Alpes Marítimos. Al igual que Girona, se ha convertido en uno de los destinos favoritos para ciclistas profesionales y aficionados. El pasado fin de semana tuvimos la ocasión de visitar la ciudad a la vez que poder asistir a la celebración de la París-Niza y pudimos comprobar en primera persona todo lo que rodea a esta bonita ciudad.

Epicentro de la Côte d’Azur

Además de ser un reclamo turístico muy importante, especialmente en verano, Niza es una ciudad visitada anualmente por miles de apasionados del ciclismo.

Dispone de aeropuerto propio a tan solo unos pocos kilómetros del centro de la ciudad y una espléndida conexión por transporte público. Este aspecto no parece muy relevante pero cuando se trata de un viaje ciclista y te desplazas con equipaje y una maleta de bici, poder llegar a tu alojamiento en pocos minutos después de aterrizar, sin necesidad de hacer transbordos ni grandes trayectos, se agradece muchísimo.

Igual que sucede con Girona, el clima mediterráneo y la gastronomía son otros puntos fuertes de esta ciudad. Por un lado, al tratarse de una ciudad costera, goza de una temperatura ideal durante la mayor parte del año. Por otro, su cercanía con Italia, hace que Niza tenga una variedad gastronómica importante y de calidad.

Café de especialidad, por favor

Hoy en día, tomar buen café durante la práctica de ciclismo se ha convertido en todo un hábito, ya sea previo, durante o posterior a la salida en bici. Y como no, en Niza también podemos encontrar muy buenas opciones para disfrutar de un buen café y, si se da el caso, también un capricho dulce.

Durante nuestra estancia allí, tuvimos la ocasión de visitar The Service Course, los cuales justamente celebraban una de sus bike-experience para clientes y también el primer aniversario de su apertura en Niza. Compartimos algunos kilómetros junto a ellos en su ya conocida Sunday Salida, tomamos café , charlamos de ciclismo e incluso pudimos disfrutar de la emoción de las últimas etapas de la París-Niza a pie de carrera. Sin duda, TSC es uno de los lugares favoritos para muchos ciclistas profesionales y aficionados que van a Niza en búsqueda de café de especialidad.

Otra gran opción, ya sea por el buen café o por visitar una de las imprescindibles paradas como ciclista, es la concept store de Café du Cycliste. Situada en el Port Lympia, la tienda nos brinda una gran variedad de servicios para aficionados a la bici: cafetería, alquiler, tours, tienda de ropa, etc. Sin lugar a dudas, estos dos puntos son uno de los highlights de Niza si en alguna ocasión tienes la oportunidad de visitar la ciudad.

Las joyas de los Alpes-Maritimes

Tras la imagen de una ciudad costera enfocada al turismo, se esconde un gran abanico de rutas para adentrarse en la zona de los Alpes-Maritimes. Partir del centro de la ciudad y empezar a escalar es bien fácil ya que a pocos metros del centro tenemos el comienzo de algunas de las subidas más conocidas de los alrededores como el Eze o el Mont Chauve. Sin embargo, no tendremos la sensación de estar fuera de ella hasta que nos alejemos un poco, ya que villas y chateaux nos rodean al subir solo permitiéndonos ver el Mediterráneo de vez en cuando.

Otra alternativa más rápida para evitar el tráfico y desnivel es salir hacia el oeste, cogiendo un ancho carril bici que nos llevará hasta la desembocadura del Var. Desde allí podremos acceder rápidamente a subidas más alejadas y largas de los Alpes-Marítimos con destino hacia el interior sin tener que coronar todas las colinas alrededor de Niza. Una vez dejamos las casas atrás y antes de empezar los puertos en sí la mayoría de carreteras transcurren por las gargantas de ríos, haciéndonos sentir pequeños y a la vez disfrutar de un paisaje de roca y verde y presagiando el desnivel que tendremos que cubrir para llegar a la cima.

Una de las mejores maneras de conocer las ascensiones más relevantes y las carreteras secundarias más atractivas es fijarse en el recorrido anual de la propia Paris-Niza. Esta carrera es capaz de poner a prueba a los corredores en ascensiones de primer nivel sin necesidad de adentrarse plenamente en los Alpes, evitándonos así sorpresas ya que en estas fechas muchos puertos pueden permanecer aún cerrados. Así, destacamos por ejemplo el Col de Turini (+1607 m) o el col de la Madonne (925 m)…

Madone d’Utelle

Cuando nos referimos a la Madone muchos pensamos únicamente en el puerto cercano a Mónaco, pero más hacia el interior de los Alpes Marítimos se encuentra la Madone d’Utelle, una ascensión menos conocida pero muy recomendable.

Para llegar hasta ahí, decidimos evitar en la medida de lo posible la carretera principal paralela al río Var y hicimos la aproximación a través del norte de Niza. Primero ascendimos hasta Aspremont para luego seguir por un sinuoso tramo hasta Saint-Martin-du-Var. Desde ahí, las vistas al desfiladero nos acompañaron hasta el inicio del puerto.

Entre que la ascensión no es muy conocida y que hay un par de bajadas de camino a la cima, no hay un acuerdo sobre el inicio ni la longitud exacta del puerto. Lo único certero es que en 25 km ascendimos cerca de 1.500 metros, incluyendo infinidad de curvas de herradura y varios tramos sin asfaltar. La vertiente oeste es la menos frecuentada, pero hicimos bien en subir por ese lado ya que el descenso habría sido demasiado peligroso.

Antes de llegar al punto más alto ya divisamos las cimas nevadas de los Altos Alpes, cuando apenas un par de horas antes estábamos a nivel del mar. Una vez coronamos, nos detuvimos brevemente para apreciar los paisajes a nuestro alrededor e iniciamos el descenso, que en varios tramos contaba con asfalto fresco, hasta Saint-Jean La Rivière.

Una vez el mayor escollo del día había sido superado las ganas de llegar a Niza se acentuaron, pero incluso con piernas cansadas pudimos disfrutar del camino de vuelta. A partir del pueblo de Levens el terreno fue constantemente descentente, y en el último tramo tuvimos que superar los inevitables kilómetros desagradables propios de grandes ciudades, pero aún con el recuerdo de todo lo que habíamos disfrutado horas atrás.

Col du Turini

Del mar a la nieve y de vuelta en apenas cuatro horas. Esta ruta incluye el paso por el Col de Turini, conocido por sus curvas de herradura. Ninguna de las vertientes cuenta con pendientes extremas, y el ascenso desde el sureste, famoso por el rally de Monte-Carlo, es realmente tendido ya que promedia un 5,2% durante los 24 km de subida.

Este puerto es el principal enlace entre los valles del Vésubie y el Bévéra. El mar se dislumbra incluso cerca de la cima y la corriente marítima de aire caliente se hace notar, provocando verdaderos diluvios de forma frecuente.

Tras casi 50 años de ausencia, el Col du Turini volvió a a aparecer en el Tour de Francia en la segunda etapa de la edición de 2020, que comenzaba en Niza. Por sus caracteristicas, vistas durante la ascensión, y relativa cercanía a la costa, el Col du Turini debería ser un must para los ciclistas locales de la Riviera Francesa y cualquiera que pase por la zona en bicicleta.

Además del principal puerto del día recomendamos incluir en la ruta el Col de Braus, ya sea en dirección ascendiente a la ida, o para gozar del descenso encadenando una curva de herradura tras otra a la vuelta.

Col de la Madone

Muchas son las opciones para llegar al inicio del Col de la Madone desde Niza, cada una de ellas con sus ventajas e inconvenientes. Saliendo de Niza, uno puede ascender el Col d’Èze, minimizar los metros de desnivel yendo por la carretera costera, o escoger la carretera principal que, a pesar de que acostumbra a estar repleta de coches, cuenta con un buen carril bici y recompensa a los ciclistas con las magníficas vistas de la villa colgante de Èze.

En nuestro caso subimos hasta el Col de la Madone un lunes. Tras ascender al Col d’Èze el día anterior y ser advertidos de que la mayoría de conductores se desplazan al trabajo por la moyenne corniche, decidimos hacer la aproximación al puerto por la costa. Pudimos disfrutar de las vistas hasta al poco de llegar a Mónaco, donde dimos gracias por ir en bici al ver los atascos a las puertas del Principado.

Nos perdimos por el laberinto de carreteras de Mónaco, pero finalmente conseguimos encontrar de nuevo el camino en dirección a Menton. Iniciamos desde el nivel del mar, y no hubo un metro de descanso en toda la ascensión hasta llegar la cima del Col de la Madone, situada a 922 metros de altitud.

Antes de iniciar la ruta solo nos fijamos en la longitud y pendiente media. Al ser frecuentado por tantos ciclistas profesionales, creíamos que el puerto transcurriría por una carretera amplia y transitada, pero podemos contar con una mano los vehículos que nos encontramos durante la ascensión.

Por suerte las mejores vistas llegaron cuando las fuerzas comenzaron a flaquear, animándonos a seguir pedaleando. Dejamos las vistas del mar atrás para adentrarnos en las montañas y sentirnos parte de ellas. Recorrimos boquiabiertos los últimos kilómetros y, si no fuera por un pequeño monumento que inauguraron el año pasado, habríamos coronado el puerto sin darnos cuenta. Las montañas cubrían la carretera descentiente en dirección a La Turbie, por lo que tras la lluvia durante la noche anterior el asfalto estaba realmente húmedo.

Un pequeño extra para la ruta puede ser la ascensión al Mont Agel. Este cul-de-sac tiene una elevada pendiente media que rápidamente nos hará que las piernas nos vuelvan a doler tras el largo descenso, pero las vistas a Mónaco valen la pena.