Cada vez que volvemos a casa después de pasar unos días en Italia, coincidimos en nuestra devoción común por cómo el país combina perfectamente la cultura y el terreno para ofrecer a los ciclistas una experiencia cautivadora. Nuestra última aventura nos llevó a Sondrio, justo en medio del valle de Valtellina. Resistimos la tentación de viajar a lugares vecinos más conocidos como Bormio o Lago di Como, y decidimos descubrir lo que esta región vinícola ofrece.
Sondrio está tan protegida por las empinadas subidas que rodean el valle que apenas hay llanuras, siendo el río Adda el punto más bajo. Esto crea un microclima en términos de temperatura, ráfagas de viento y lluvia que permite la perfecta cosecha de las viñas. Estábamos allí para montar en bici, pero conocer una nueva zona también significaba probar la gastronomía tradicional, y estábamos dispuestos a ello.
Nos alojamos en el Wine Hotel Retici Balzi, situado a pocos kilómetros de Sondrio y a mayor altitud que la ciudad. Desde la terraza, mientras tomábamos nuestro desayuno de repostería casera y productos locales, pudimos admirar los viñedos que nos rodeaban y las cimas que se alzaban más lejos.
Es allí nos dimos cuenta del contraste entre las dos vertientes del valle. La vertiente sur, donde se encuentran los Alpes bergamáscos, no recibe tanta luz solar y, por tanto, se cosechan pocos productos. Dada la pendiente del terreno, también hay menos caminos transitables. La vertiente norte o Rética limita con Suiza y es donde se encuentran la mayoría de las famosas terrazas.
Muros de piedra seca
La forma del valle no facilita el cultivo de viñedos, por lo que los lugareños tuvieron que buscar una forma alternativa. Con el paso de los años, se fueron creando estos muros de piedra artificiales que rediseñaron las laderas de la montaña, creando diferentes niveles que conforman un paisaje único. Las piedras se apilan y el relleno no es otra cosa que tierra seca. Este perfecto ejemplo de ingeniería rural fue declarado en 2018 Patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO.
Debido a las limitaciones que imponen las características naturales del valle, circular en dirección norte implica subir y los desniveles no son precisamente suaves. Por ello, la mayoría de las rutas ciclistas discurren en paralelo al río, siendo el Sentiero Valtellina el itinerario de referencia.
Circulando en paralelo al río
El Sentiero Valtellina permite recorrer en bicicleta el segmento desde Colico hasta Bormio, con una longitud estimada de 114 km. No es necesario hacerlo entero de una sola tirada, ya que hay varias estaciones de tren a lo largo del camino donde unirse o dejar el camino. Se puede recorrer con la tranquilidad que uno precise sin preocuparse de que vengan coches, ya que está separado de la carretera principal, lo que lo hace perfecto para todo tipo de ciclistas.
La mayor parte está asfaltada, pero los ciclistas con bicicleta de gravel también pueden seguir algunos desvíos off-road y caminos secundarios. En relación con esto, hay un nuevo bike park inaugurado esta primavera en el Sentierio Valtellina, cerca de Sondrio. Es el lugar perfecto para practicar tus habilidades con la bicicleta, con pequeños saltos, curvas cerradas y un pequeño rock garden. En la entrada, también se puede encontrar una bomba de bicicleta y herramientas para ciclistas, lo que destaca cómo las autoridades locales tienen en cuenta el bienestar de los ciclistas.
No muy lejos de allí, hay un pump track construido por VeloSolutions. Nuestras habilidades con la bicicleta de gravel tienen un límite, por lo que dejamos que Luca Negrini nos mostrara cómo se hace. Luca forma parte de Bike Bernina, una asociación deportiva y escuela de ciclismo de montaña en la vecina Valmalenco. Fue nuestro guía durante el día y su conocimiento de la zona fue muy apreciado, brindándonos los detalles más necesarios tanto del terreno que teníamos por delante como de los puntos destacados por los que pasamos.
La ruta sugerida nos llevó a varios segmentos ciclistas emblemáticos de la zona, y principalmente seguimos el recorrido de Gravellina, un evento de gravel creado recientemente que tuvo lugar un par de semanas después de nuestra estancia. Esta ruta tenía diferentes niveles: un tramo inicial a lo largo del Sentiero Valtellina, un segmento intermedio con superficies y vistas cambiantes, y las impresionantes vistas en la cima.
Subiendo un nivel
Nos habían hablado de La Fracia, una imponente subida de hormigón en la cresta de la montaña con pendientes superiores al 20%. Cuando llegamos al principio del segmento no podíamos creer lo que teníamos por delante, e incluso con el desarrollo más ligero nos costó llegar a la cima, sin demasiadas energías para apreciar lo que nos rodeaba. En ese momento rodábamos al lado de los viñedos, y esa sería la norma durante la mayor parte del resto del día.
Cuanto más desnivel se gana, más cosas se pueden ver al otro lado de la Valtellina, como la cima de los imponentes picos que alcanzan casi los 3.000 metros de altitud. Mientras seguíamos hacia el este, Luca señaló las subidas de Aprica y Mortirolo, componentes fundamentales del Giro de Italia.
Perdimos la cuenta de la cantidad de iglesias, torres y castillos que pasamos. Parecía que cada pueblo tenía al menos uno, en una especie de competición para ver cuál era el más bonito. Valtellina conecta Italia con Europa Central, y se puede ver la influencia de las diferentes culturas en la arquitectura local. Otro aspecto en común fueron las carreteras adoquinadas, que le daban un toque medieval a la región.
Entre pueblos, abordamos segmentos todoterreno de todo tipo: gravel a lo largo de bosques densos, subidas pedregosas e incluso algunas partes a través de viñedos y manzanos. Los caminos eran sinuosos y estrechos, lo cual está bien en una bicicleta, pero todo un desafío para los agricultores locales que necesitan transportar los productos cosechados. Eso explica la presencia de camiones muy pequeños a lo largo del camino. Además, si te gustan los Fiat Panda, Sondrio es tu paraíso.
Carga de carbohidratos sobre la marcha
Teglio es uno de los pueblos más hermosos de la zona, así que planeamos nuestra parada para comer allí y disfrutar de las vistas. Como entrantes tomamos sciatt, que son buñuelos redondos con queso fundido en su interior, seguidos de diferentes platos de pasta. ¿Son los pizzocheri, con su gran cantidad de mantequilla, la mejor opción cuando aún quedan un par de horas de ruta por delante? No, pero cada región de Italia tiene su propio plato de pasta y no podíamos volver a casa sin probar el de Valtellina.
La masa de los pizzocheri se convierte en fideos planos y cortos y tiene un color oscuro porque está hecha de trigo sarraceno, que se cultiva allí mismo. También se complementa con col, patatas y queso. Los pizzocheri son uno de los productos con DOP e IGP de la región. El otro símbolo de Valtellina es la Bresaola della Valtellina, una carne curada con un proceso particular de salazón y secado.
Atendiendo las necesidades locales
De regreso a Sondrio pasamos por la Passerella Sulle Cassandre del Mallero, un puente inaugurado hace tres años para permitir el paso de ciclistas y peatones desde Mossini a Ponchiera. Tiene 150 metros de largo y está situado a 100 metros sobre el torrente Mallero. Antes de su construcción, solo era posible conectar los dos pueblos a través de un largo sendero, por lo que este es otro buen ejemplo de cómo las autoridades locales respondieron a una necesidad de sus habitantes.
La ruta terminó con una vuelta al Parque Renato Bartesaghi, el punto de partida de la Gravellina. Teníamos hambre de más -en sentido figurado, porque todavía teníamos el estómago lleno- y nos despedimos de Luca no sin antes prometerle que volveríamos.
Valtellina en general, y Sondrio en particular, superaron nuestras expectativas previas y fueron un descubrimiento gratificante. Las distintas opciones sobre la bicicleta deberían impulsarle a visitar la región en bicicleta, y una vez allí, la gastronomía única y la cultura del vino te convencerán para prolongar tu estancia.