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Resolution Race, una película de The Adventure Syndicate

Resolution Race es la nueva película que documenta lo conseguido por The Adventure Syndicate a finales de 2019, desafiando cuerpo y mente. Eligiendo medios de transporte sostenibles y protestando contra el status quo, viajaron de Edimburgo a Copenhague en cargo bikes, marcando el camino para resolver la actual crisis climática.

Adventure Syndicate es «un colectivo de ciclistas de resistencia que resultan ser mujeres”. Han dado la vuelta al mundo y han participado en los eventos más desafiantes. Al contar historias de sus aventuras, esperan animar a las personas a luchar por la inclusión y la diversidad, y dejar atrás las viejas actitudes para convertirse en una Syndicateer.

El 26 de diciembre de 2019, cuatro de ellas partieron de Edimburgo en dos cargo bikes con el objetivo de llegar a Copenhague antes del inicio de 2020. Para cubrir una distancia superior a 1.000 km a través de cinco países en solo seis días, es esencial minimizar los errores si se quiere llegar a tiempo, pero cuando tantas cosas pueden salir mal, es difícil evitar contratiempos. Jenny Graham, Lee Craigie, Phillippa Battye y Alice Lemkes han experimentado multitud de retos, pero algo como Resolution Race nunca se les había pasado por la cabeza.

Estas bicicletas están diseñadas para transportar mercancías de peso medio, objetos demasiado voluminosos para llevarlos nosotros mismos pero que podemos transportar sin necesidad de vehículos motorizados. Su presencia va en aumento en varias ciudades, particularmente Copenhague, y están cambiando la forma en que nos movemos, disminuyendo la cantidad de coches en la carretera y ayudando a reducir la huella de carbono. Bienes de consumo, objetos de compra o entregas de comida es lo que normalmente se ve en la parte delantera de una cargo bike, pero en esta ocasión, ellas cuatro fueron los objetos a transportar.

Alternando entre pedalear o sentarse lo más cómodamente posible durante su turno como pasajeras, estuvieron expuestas a las bajas temperaturas de los últimos días del año, que se acentúan aún más en los países del norte de Europa. Ambos roles fueron igualmente desafiantes, ya que la que montaba en bicicleta tenía que hacerlo suavemente para asegurarse de que la compañera de adelante pudiera descansar y apretar en el siguiente turno. En el lado positivo, permanecieron juntas durante la mayor parte del día, por lo que al final de la aventura, quedaron pocos temas por hablar.

Para documentar esta aventura, una furgoneta eléctrica los siguió durante todo el viaje, con dos cámaras y un fotógrafo. Sin embargo, ellas completaron el reto de una forma autosuficiente, y la verdad es que el equipo que las acompañaba también tuvo que superar sus problemas particulares, porque tuvieron que depender de los pocos puntos de recarga a lo largo de la ruta para llegar al destino. A pesar de todas sus elecciones respetuosas con el medio ambiente, el hecho de cruzarse con grandes fábricas contaminantes o contar el número de aviones que pasaban sobre sus cabezas les hizo darse cuenta de que, todavía, queda un largo camino en la lucha contra la contaminación.

Al finalizar satisfactoriamente el desafío, las cuatro demostraron el poder de la cooperación y la determinación colectiva, que se puede aplicar a muchos otros contextos para, con cada acción, tratar de salvar nuestro planeta.

“No estamos haciendo esto para enviar el mensaje a todos de que las bicicletas de carga revertirán el cambio climático y nos harán sentir increíbles. Es mucho más complejo que eso. Sabemos que no todo el mundo puede pagar una bicicleta y mucho menos una especializada que pueda llevar a sus hijos y hacer las compras. Pero la forma en que nos movemos ahora no es justa. Nuestras áreas más desfavorecidas son las que se ven más afectadas por las emisiones de los vehículos, y al otro lado del mundo, la gente está sufriendo las consecuencias de nuestra producción excesiva de carbono ”- Lee Craigie.

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