Desde el inicio de nuestra andadura con RAW Magazine, allá en 2013, nos hemos cruzado con personas que, igual que nosotros, empezaron a adentrarse en el mundo del ciclismo con el boom del piñón fijo y, a partir de ahí, han ido evolucionando con sus propios proyectos. Una de esas personas es Rubén Durán, o lo que es lo mismo, Rizzo Cycles.
Con Rubén, natural de Madrid y para aquellos entonces ingeniero de sonido de profesión, empezamos a coincidir dentro de la comunidad del piñón fijo: criteriums, alleycats u otros eventos relacionados con la bici. En esa época ya se empezaban a ver cuadros de acero hechos a mano participando en carreras como Red Hook Criterium, y fue en ese momento cuando el interés de Rizzo por ese mundo empezó a coger fuerza.
Su pasión por el ciclismo y sus grandes inquietudes le llevaron un día a iniciar un largo camino de aprendizaje para conseguir construir una bicicleta con sus propias manos y esfuerzo. Sin duda, un proceso nada fácil que ha tenido que ir superando poco a poco de forma autodidacta y a base de prueba-error, pero gracias a su constancia y tenacidad ha llegado a donde se encuentra hoy al frente de su proyecto personal.
Nada es imposible
Cuando hablamos de aprender una profesión, damos por hecho que es un reto en mayúsculas, y más cuando se trata de algo tan artesano como lo es la fabricación de cuadros. Desde los materiales, las herramientas de corte, la técnica de soldadurasoldado, las geometrías… entre otros muchos aspectos que, mientras para la mayoría de humanos pasan desapercibidos, para ellos son parte de su día a día.
En el caso de Rubén, este proceso de aprendizaje no solo se centró en adquirir todos los conocimientos relacionados con el framebuilding, sino que también tuvo que aprender a tirar adelante su negocio como emprendedor: contacto con proveedores, gestión y trato con clientes, marketing, redes sociales…
“Uno de los mayores retos que tuve que superar fue conseguir acceso al abastecimiento de material y componentes directamente de los fabricantes en lugar de hacerlo a través de distribuidores. No es fácil que empezando desde cero te tomen en serio.”
Más allá de todas las pruebas y prototipos que realizó con anterioridad, Rizzo Cycles reconoce como su primer cuadro oficial la bici de gravel que realizó, en el verano de 2016, para su amigo Mario Cranks y que confiesa que lo usó como conejillo de Indias.
Ya en enero de 2020, Rubén decide tirar de todos sus ahorros y embarcarse en su propio taller en la ciudad de Madrid. Inició la aventura con toda la ilusión y ganas que pudo pero la suerte no estuvo de su parte y, tan solo dos meses más tarde, llegó la dichosa pandemia que a todos y todas nos tocó vivir. A pesar del parón de actividad y de la falta de abastecimiento de componentes y materiales que hubo meses más tarde, Rizzo no tiró la toalla y siguió luchando por seguir adelante con su proyecto, continuar aprendiendo, mejorando y creciendo como profesional.
Respeto y compromiso por la profesión
Si bien es cierto que hay framebuilders que pretenden que todos sus bicicletas sean montajes top en pintura, componentes y acabados, Rubén considera que la compra de una bicicleta hecha a medida no está al alcance de cualquiera. Por esa razón, él piensa que todos sus clientes tienen derecho a decidir cómo quieren/pueden montar sus cuadros a partir de sus necesidades o posibilidades y que eso no acabe siendo un impedimento más para alcanzar el sueño de tener una bici hecha a medida.
El respeto y nivel de compromiso por todo su trabajo es de un alta exigencia personal y para Rizzo cada bicicleta es una nueva oportunidad para superarse a sí mismo.
La relación cliente/constructor es una faceta muy importante para la fabricación de un cuadro. Por un lado, el constructor debe comprender cuáles son las necesidades, requisitos y características del cliente; asesorarle, explicarle y guiarle durante todo el proceso para conseguir aquello que busca. Poro otro lado está el cliente que, más allá de tener una idea más o menos clara de lo que quiere, debe respetar el trabajo del constructor y disfrutar del proceso de creación, ya que al fin y al cabo no es algo que ocurra todos los días.
Rizzo en el foco de atención
Si por algo se caracteriza la carrera profesional de Rizzo es por su constante evolución y atrevimiento para afrontar nuevos retos. Durante estos años, hemos visto cómo ha nutrido su carrera en compañía de grandes figuras del sector como su amigo Mattia de Legor, o leyendas como Pegoretti, Zullo y Masi, gracias a alguno de sus viajes a Italia en los que iba en búsqueda de conocimiento.
Y si hablamos de grandes retos, no podemos olvidar su asistencia al Builder Round-Up en 2022. Lo que empezó como una gestión de una pequeña incidencia entre Rizzo y ENVE con uno de los productos de la marca estadounidense, acabó en una invitación a uno de los eventos más relevantes de framebuilders que se organizan a nivel mundial. Sin duda, una oportunidad de oro para demostrar todo su potencial y qué Rubén no dudó ni un solo momento en aprovecharla al máximo. Es ahí cuando Rizzo decide embarcarse en la fabricación de una bici de descenso con doble suspensión fabricada en acero e irrumpir en la sede de ENVE sorprendiendo a la mayoría de los asistentes. No tuvo duda que optar por esa bici en una tierra como Utah donde el mountain bike es máximo protagonista, sería una decisión acertada.
“Cuando alguien que lleva 30 años fabricando cuadros al más alto nivel se acerca a tu bici y te felicita por el gran trabajo realizado, por fin todas las dudas que tienes sobre quién eres y lo que haces se disipan de forma instantanea.»
En ese viaje conoció a marcas de referencia como Nº22, Chumba, Moots o Mosaic, entre otras, y grandes maestros constructores, leyendas del sector como Carl Strong, Curtis Inglis (Retrotec), Jeremy Sycip, con los que mantiene contacto regular tras su paso por Utah.
Meses más tarde, también fue invitado al Open house 2022 de Chris King en EE.UU., otro gran evento de referencia y que solo por estar allí ya es un sinónimo de reconocimiento para las marcas invitadas. Durante su estancia en norteamérica, Rizzo aprovechó para visitar los talleres de sus compañeros de la costa este, compartir experiencias y absorber todo lo que pudo en esos intensos días. En la sede de Chris King pudo conocer al constructor que fabricaba las Cielo para Chris King, alguien con miles de cuadros en sus manos que le dio otro vuelco más a su visión sobre el framebuilding.
Mirada hacía el futuro
La industria avanza de forma muy rápida, las grandes marcas son controladas por importantes inversores que al final solo buscan beneficios y eso exige a los ingenieros estar creando constantemente nuevas necesidades para los usuarios. Sin embargo, los constructores de cuadros tienen una gran oportunidad ante clientes que buscan bicicletas a medida huyendo de lo convencional.
Materiales como el acero, el titanio o el carbono con geometrías y pintura personalizadas acaban siendo la solución a una demanda que cada vez crece más. Un gran ejemplo son las bicis con freno de zapata. Actualmente apenas hay marcas que fabriquen bicicletas con este sistema y, pronto, si alguien quisiera una, solo tendrá la opción de recurrir a un constructor de cuadros.
En cuanto a Rizzo, en su corta pero intensa trayectoria hasta el día de hoy, hemos podido verle fabricando cuadros de acero de todos los tipos, medidas y colores; se ha atrevido con bicis que incorporan ISP (Integrated Seatpost), con la integración completa de cables, y también ha soldado su primera bici en titanio… Le preguntamos acerca de su futuro y nos promete que va a continuar aprendiendo y creando bicis de ensueño, innovando y retándose a si mismo para seguir creciendo profesionalmente.
Su plan perfecto a corto/medio plazo sería poder internacionalizar aun más la marca estableciendo algunos puntos de venta en países clave, aumentar un poco más en producción anual, y en unos años, trasladar su taller a un lugar tranquilo, a poder ser un rinconcito rural donde poder vivir y trabajar sin el estrés de las grandes ciudades.
Su objetivo se centra en tener una estabilidad que le permita disfrutar de su pasión. Reconoce que no es una persona con grandes ambiciones, ni tiene ningún ego que alimentar, así que simplemente espera poder seguir viviendo de lo que le gusta y continuar mejorando en su día a día.