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Sneak Peaks 2025: Cimas y valles, literales y emocionales

En cuanto supimos de un evento de bikepacking en los Dolomitas, nos inscribimos de inmediato. Cuando el itinerario de la ruta apareció en nuestra bandeja de entrada, nos arrepentimos un poco de nuestra decisión inicial. Estábamos a punto de embarcarnos en uno de los retos más difíciles hasta la fecha, pero el pensamiento de recorrer la ladera de gravel del Stelvio nos animó a seguir con el plan.

Los organizadores de Sneak Peaks reconocen que la idea era hacer la ruta lo más bruta posible. Tras visitar más de 50 refugios de montaña, hicieron una selección en función de su disposición a acoger ciclistas. Idearon un recorrido en el que cada punto de control era uno de los refugios, lo que permitía a los ciclistas comer y dormir allí si era necesario. Para desgracia de los participantes, la mayoría de los refugios que aceptaron formar parte de esta edición fueron los de más altitud, de ahí que nos haya tocado acumular tanto desnivel.

Las tres distancias a escoger, descritas en nuestro artículo de presentación, comenzaban y terminaban en Bolzano y tenían una proporción similar entre kilómetros y desnivel positivo. Era cuestión de decidir si los extraordinarios lugares por los que pasaban los recorridos más largos eran merecedores de los días extra sobre el sillín.

Al recordar nuestra participación en Sneak Peaks, lo que nos viene a la mente no es una secuencia ordenada de kilómetros, subidas o pueblos. En cambio, lo que nos viene a la mente es algo como un perfil irregular en un mapa topográfico. Un paisaje de picos y valles, tanto literales como emocionales.

Valle: Un comienzo en peligro

El primer valle llegó incluso antes de dar las primeras pedaladas. Nuestra bicicleta estaba a medio montar en la línea de salida del Ahoi Minigolf y esperábamos con impaciencia un envío con la pieza que necesitábamos. Otros participantes ya se habían puesto en marcha, desapareciendo entre las montañas mientras nosotros permanecíamos sentados durante cinco largas horas, poniendo nuestra participación en duda.

El alivio finalmente llegó con un paquete urgente de Classified: el buje de repuesto que necesitábamos para cambiar de plato. Nos apresuramos a terminar el montaje y partimos en solitario. Sneak Peaks había comenzado, pero no como lo habíamos planeado.

Cima: Gravel en los Dolomitas

La frustración de ese comienzo tardío pronto dio paso a algo mucho más agradable: la alegría de recorrer los Dolomitas con nuestra bicicleta de gravel.

Los carriles bici cerca de Bolzano estaban abarrotados en ambas direcciones de ciclistas de todas las disciplinas que hacían bikepacking hacia o desde la cordillera italiana. Bolzano es fácilmente accesible en tren o coche, lo que facilitó que todos los participantes respetaran la política de no vuelos del evento.

Solo habíamos estado en esa región una vez antes, en un viaje de senderismo, y creíamos saber qué esperar. Nos equivocamos. El ciclismo de carretera en los Dolomitas es bien conocido, quizás hasta demasiado, pero la bicicleta de gravel nos abrió las puertas a lugares escondidos: la vertiente todoterreno del Stelvio o el duro pero hermoso porteo hacia el Rifugio Petrarca. Fue como descubrir una versión secreta de las montañas que creíamos conocer.

Valle: Piñones insuficientes

Aún así, no todo fue sobre ruedas. Ya nos habían advertido que la mayoría de los participantes comenzarían Sneak Peaks con una bicicleta de montaña, pero confiábamos en que nuestra configuración con bici de gravel sería suficiente.

El primer día, mientras recorríamos los kilómetros que nos separaban de las montañas, nos dimos cuenta de que, al montar una bicicleta muy cargada, conviene optar por la relación de transmisión más ligera disponible.

Las señales de «Atención, osos» en la subida inicial nos pillaron desprevenidos, al igual que la lluvia inesperada que nos obligó a sacar nuestras capas impermeables de las bolsas Tailfin antes de lo previsto, lo que hizo que el primer descenso fuera aún más resbaladizo. Otra razón por la que deseamos haber escogido una bicicleta de montaña.

La insuficiente relación plato-piñón convertía cada subida en una tortura, mientras que otros participantes subían con esfuerzo con sus platos más pequeños y cassettes más grandes. La fatiga se acumulaba.

Cima: Compañerismo en la naturaleza

Comenzamos solos, pero poco a poco alcanzamos a otros participantes. Los encuentros fueron esporádicos, pero valiosos. Compartimos breves conversaciones, largos silencios y algunos kilómetros juntos. Nadie parecía abrumado por la dificultad de la ruta; al contrario, todos irradiaban buen humor, como si todos compartiéramos un secreto: que esta mezcla de esfuerzo y belleza era precisamente la razón por la que habíamos venido.

La primera tarde adelantamos a una de las Party Pace Patrol cuando estaban acampando junto a un lago. Estas Party Pace Patrol eran pequeños grupos liderados por un ciclista experimentado que marcaba un ritmo sostenido que les iba a permitir llegar a la meta en un número determinado de días. A diferencia de otros eventos de ultradistancia, Sneak Peaks anima a sus participantes a ser sociables, a rodar juntos y a compartir el sufrimiento al ascender puertos de montaña tan emblemáticos.

Nosotros no fuimos muy sociables y seguimos pedaleando, pero para este evento, queríamos minimizar el tiempo sobre la bici de noche para ver todos los puntos destacados a plena luz del día. El plan era dormir en un hotel o refugio cada dos noches y montar nuestra tienda de campaña de Aper Gear al menos una vez. Entraba perfectamente en la bolsa del cuadro y el sistema modulable fue tan fácil de montar que solo fue cuestión de elegir dónde dormir y prepararlo todo en menos de diez minutos.

Valle: Improvisación bajo presión

Otro de los peores momentos que se convirtió en una lección fue la constante necesidad de improvisar. Habíamos pasado horas estudiando el itinerario sugerido por los organizadores, diseñando y rediseñando nuestro propio plan para terminar en los días que pretendíamos pedalear. Pero las montañas tenían sus propias reglas.

El retraso en la salida significó que el plan A para el primer día ya no era viable. Este y otros contratiempos similares nos obligaron a alterar la ruta, a buscar alojamientos alternativos y a adaptarnos de maneras inesperadas. Fue agotador, a veces frustrante, pero también formaba parte del juego.

Para hacerlo aun más interesante, uno de nuestros pedales se rompió en medio de un descenso. El rodamiento se había desprendido de la biela, lo que hacía imposible volver a montarlo. Unos kilómetros más adelante, mientras íbamos en bicicleta camino a la cima del Passo della Vallaccia, se nos cayó la suela de la zapatilla opuesta. Pensamos que era una broma.

El compañero con el que rodábamos en ese momento iba preparado e intentó solucionar nuestros múltiples problemas con bridas y cinta adhesiva, pero la chapuza no aguantó mucho. Por suerte, estábamos a solo 20 kilómetros de Livigno, donde incluso los domingos encontramos tiendas de ciclismo abiertas.

Cima: El sueño del Stelvio

Si hay un recuerdo que eclipsa los momentos más duros, es el día que montamos una tienda de campaña a apenas un par de kilómetros de la cima del Stelvio. Durante meses, habíamos tenido la idea en la cabeza: tomárnoslo con calma a lo largo del Lago di Cancano y la subida al coloso de los Dolomitas, parar a un par de kilómetros de la cima, dormir bajo la luna llena de esa noche y llegar a la cima a la mañana siguiente con la carretera desierta y el sol recién salido.

Aper Gear nos proporcionó la innovadora y minimalista tienda de campaña que pronto lanzarán en Kickstarter, y esa noche se convirtió en nuestro refugio alpino. Al día siguiente, coronamos el Stelvio justo cuando la primera luz se filtraba sobre las curvas de herradura, y luego iniciamos un descenso que parecía demasiado perfecto para ser real: sin coches, luz de primera hora de la mañana, solo nosotros y la montaña.

Valle: Se perdió el contenido, pero se conservaron los recuerdos

En algún punto del recorrido, nos preparamos para un largo ascenso quitándonos la chaqueta antes de llegar a sus primeras laderas. Al hacerlo, la cámara de acción que llevábamos en el bolsillo, con la que habíamos grabado algunos de los mejores momentos de nuestra participación en Sneak Peaks, se cayó sin que nos diéramos cuenta. Esa noche, al deshacer las bolsas en la habitación del hotel, nos dimos cuenta de lo sucedido y regresamos al lugar donde esperábamos encontrarla. No estaba allí.

Parece catastrófico, pero perderla nos afectó mucho. Perdimos la motivación y, con ella, la determinación de completar la ruta. En cierto momento, el camino más corto de regreso a Bolzano parecía la única opción. Y así, nuestra aventura en Sneak Peaks terminó prematuramente.

El ascenso final

No completamos la ruta, y por un tiempo sentimos que había sido una derrota. Pero mirando atrás ahora, los valles no minimizan las cimas; les dan forma. Sneak Peaks nunca se trató de contar cada kilómetro. Se trataba de lo que nos encontrábamos por el camino: pistas de gravel a través de paisajes que parecían inexplorados, encuentros con participantes que tenían más peso por el hecho de ser escasos, una acampada en un lugar de ensueño y un descenso al amanecer que nos acompañará para siempre. Al final, las montañas nos dieron más de lo que nos quitaron. Y esa, para nosotros, fue la verdadera cima.