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The Roosters (Madrid-Valencia). Sufferfest

The Roosters. Un grupo de amigos en el que la amistad se ha forjado a base de ir en bici, en el que todos se llevan bien, en el que todos colaboran y disfrutan pedaleando juntos. Divertirse es el objetivo principal.

Los viajes se hacen por diversión. No se hacen por superar nada. La finalidad es apoyarnos entre nosotros y llegar juntos.

Todo empezó con un viaje Madrid-Burdeos con la excusa de ir a visitar a la novia de uno de ellos que estaba viviendo en la ciudad Francesa. Un viaje de cuatro días, sin asistencia alguna, solos con sus bicis de piñón fijo y sus maletas de bike-messenger cargadas hasta arriba. Toda una hazaña que no pasó desapercibida y que fue el inicio de todo.

Después de este viaje, llegó Barcelona-Madrid tras la segunda edición del Red Hook Crit en la ciudad Condal.

Y, ahora, con el objetivo principal de presentar oficialmente a The Roosters con un espectacular vídeo, se marcan otro pedazo de viaje, esta vez Madrid-Valencia.

Primero lo presentaron en Madrid, en la mejor cafetería ciclista y que tanto nos gusta, La Bicicleta Cycling Café y, tras pedalear durante tres largos días, lo hicieron en la tienda de los amigos de DeQueBikes, en Valencia.

Tuvieron el respaldo de importantes marcas como W·A·U (weareunited), Bolero Meatballs, Proisme, y Arnette durante toda la aventura y, pese a que no tuvimos la suerte de poder acompañarles en esta locura de viaje, hemos podido reproducir, gracias a Mario Cranks, una crónica resumen de los tres días que pasaron a lomos de sus bicis cabalgando noche y día hasta alcanzar la gloria.

LOS HECHOS

Viernes, 06 de febrero
(Madrid – Tendilla (Guadalajara). 80 km y 1.000 m desnivel)

Quedaban a eso de las 15:00 en el Bolero Meatballs de Madrid para comer juntos, revisar el planning del viaje, hacer los últimos ajustes e iniciar el viaje lo antes posible, pero, como manda Murphy, por muy temprano que planees salir, siempre acabas saliendo tarde y, esta, no iba a ser una excepción.

Sobre las 17:00 salían de Madrid con destino a Valencia. Un viaje que duraría 3 días, 412 kilómetros y más de 4.100 metros de desnivel. Casi nada.

El tráfico denso, típico del viernes por la tarde, les complicó bastante el salir de la gran ciudad. Llegaban a la periferia de noche y tuvieron que hacer la mayor parte del camino bajo la oscuridad, el duro frío y la única compañía de sus luces.

A falta de 30 km hicieron una parada para descansar un poco, sobre todo Nacho que estaba algo débil y no querían forzar. Llevaba más de un mes sin subirse en la bici debido a una lesión y era el que quizá iba un poco más bajo de forma. Todo y así, no dudó ni un solo momento en querer hacer el viaje.

Sobre las 22:30 llegaban a Tendilla (Guadalajara), pasarían la noche en un hostal típico de la España profunda, de aquellos con la mentalidad un poco arraigada a los tiempos pasados, pero que no por ello supuso algún problema, al contrario, les atendieron estupendamente, cuidaron de sus bicis, cenaron muy bien y pudieron descansar toda la noche para afrontar una nueva jornada de duro pedaleo al día siguiente.

Sábado, 07 de febrero
(Tendilla (Guadalajara) – Carboneras de Guadazaón (Cuenca). 152 km y 2.160 m desnivel)

A las 08:30 reanudaban el viaje con una nueva etapa. Esta vez de 150 kms y con bastante desnivel. De hecho, nada más salir ya se toparon con las primeras pendientes.

Hicieron los primeros 30 kilómetros rodeados de agradables paisajes, sube y bajas, y un frío de infarto.

Pararon en Sacedon (Guadalajara) para hacer el segundo desayuno, algo que por costumbre no suelen saltarse.

Con el estómago lleno, se montaban nuevamente en sus bicis de piñón fijo y se lanzaban otra vez a la carretera sin ser conocedores de lo que les esperaba.

Habiendo recorrido escasos metros se encontraron con un puerto con un 9% de media, que les hizo sufrir mucho, hasta el punto que, Mario, llegó a lo más alto sangrando por la nariz debido al esfuerzo y las bajas temperaturas.

Las subidas y bajadas no cesaban y sobre el kilómetro 80 de ruta, el paisaje se tiñó de blanco por la nieve caída días atrás.

Después de comer y haber superado las últimas pendientes, la carretera empezaba a llanear y pudieron mejorar el ritmo y la forma de trabajar en equipo, más tranquilos, más compenetrados y más concentrados en avanzar metros.

Sin duda, Nacho era quién peor lo llevaba. Su rodilla le estaba pasando factura y le costaba mantener el ritmo del grupo. Los últimos kilómetros para él y Aukerman, que también comenzaba a resentirse, se hicieron muy duros.

Sobre las 20:00 llegaban a Carboneras de Guadazaón (Cuenca) donde pasarían la noche.

Era el momento de una cerveza fresca, una buena ducha y una cena en condiciones, repasar como había ido el día y coger ánimos para la última etapa.

Domingo, 08 de febrero
(Carboneras de Guadazaón (Cuenca) – Valencia. 180 km y 1.450 m desnivel)

Era domingo, último día de viaje. Quedaban 180 km hasta Valencia e iba a ser un día duro.

Amanecían a -8 grados, las bicis estaban completamente llenas de sal por toda la zona de nieve que habían recorrido el día anterior pero lo mejor era que el sol estaba presente por primera vez desde que salieron de Madrid.

Nacho y Aukerman estaban bastante fastidiados, cada uno con sus molestias.

Los primeros kilómetros fueron difíciles hasta que lograron calentar las articulaciones y coger un poco el ritmo.

Les esperaban 35 km de desnivel importante y en el que sufrirían un desgaste físico notable.

Poco a poco fueron superando todas y cada una de las pendientes que se les presentaban en el camino y veían como el paisaje iba cambiando a medida que avanzaban.

Dejaban la nieve atrás, y empezaron una zona de llaneo con viento a favor que les ayudó a avanzar con facilidad hasta Utiel habiendo recorrido unos 90 km desde que salieron por la mañana.

Pararon a comer y los ánimos estaban un poco bajos por la paliza de rectas interminables que acababan de atravesar en las que pedaleas y pedaleas y parece que no pasan los kilómetros. Pese a ello, iban bien de tiempo y la previsión era de llegar sobre las 19:00 a Valencia.

Una vez más, de vuelta a la carretera con fuerzas renovadas y ganas de llegar.

Circulaban por la carretera nacional y tuvieron que coger la autovía A3 (Madrid-Valencia) por qué no tenían más alternativas.

Después de circular durante un buen rato por esta carretera, se percataron que había una vía de servicio paralela y que sería mucho mejor circular por ella. Dicho y hecho. Sin pensarlo dos veces, cogieron y saltaron las vallas que separaban las dos carreteras y reanudaron la marcha por esa vía mucho más tranquilos.

Comenzaba a atardecer, el paisaje mejoraba y hacía una buena temperatura. Todo pintaba bien pero lo que no se esperaban era que, de repente, la carretera secundaria por la que circulaban se convirtiera en un camino casi sin asfaltar.

Quizá en un contexto diferente una persona cualquier se hubiese cabreado y hubiese buscado una opción alternativa para salir de ese apuro pero, estos cinco “macarras” no se echan atrás con nada y menos por un camino en mal estado. Era el momento de olvidarse del cansancio, y de los dolores, y poner el modo CX para disfrutar de esos 3 o 4 kilómetros como niños.

Después de ese breve paréntesis inesperado, la autovía A3 pasaba a ser de nuevo carretera nacional y se incorporaron de nuevo. Cogieron un ritmo rápido, con intención de recuperar el tiempo perdido.

Estaban llegando a Buñol y, a medida que se acercaban a las ciudades, todo se complicaba por momentos. Cada vez había más intersecciones de carreteras y se hacía muy difícil acertar con el camino. Veían Valencia a lo lejos pero parecía que no conseguirían llegar nunca.

Comenzaron a callejear, a coger rutas alternativas, confusiones, etc. Al final, encontraron un camino por dentro de una urbanización que, teóricamente, llevaba a Torrent dónde los chicos de DeQueBikes les esperaban. Y digo teóricamente porque, de repente, el camino se encontraba cortado por una valla que cercaba un enorme huerto de naranjos y, una vez más, tuvieron que armase de valor y saltar con las bicis y las maletas (esta vez a un recinto privado) para poder continuar. Lo más curioso es que el camino continuaba por dentro, no desaparecía pero no tenía una razón lógica de porqué estaba así montado.

Tras salir del huerto, consiguieron recuperar un poco la tranquilidad al ver que ya iban por buen camino y que todo pintaba bien.

En Torrent se encontraron con el grupo de gente que les esperaba, la alegría y la euforia comenzaban a brotar por el recibimiento, las felicitaciones y los ánimos de todos los que les esperaban.

Ya en la ciudad, recorrieron algunas calles hasta llegar a DeQueBikes donde oficialmente acababa el viaje. Lo habían logrado. Todo el esfuerzo, el sufrimiento (sobretodo Nacho y Aukerman), el frío, el cansancio, la batalla mental para no tirar la toalla y dejar de pedalear, los buenos ratos y los no tan buenos, todo eso y mucho había valido la pena.

Champán, pizzas, cachondeo y muy buen rollo les esperaban en Valencia para acoger cómo se merecían estos cinco valientes.

  • Mario Cranks – Relación: 48×16 – Maleta: 10,2 kg
  • Carlos Terroso – Relación: 48×16 – Maleta: 9,6 kg
  • Delvis Marte – Relación: 46×16 – Maleta: 9 kg
  • Nacho Tapia – Relación: 48×17 – Maleta: 9,3 kg
  • Jaime Aukerman – Relación: 48×19 – Maleta: 7,5 kg

¿Lo mejor del viaje?

El momento CX. El apoyo de la gente con el proyecto y durante el viaje y, cómo no, el recibimiento al llegar a Valencia.

¿Lo peor del viaje?

A título personal, la dificultad que tuvo el grupo para coger un buen ritmo. Las primeras horas del viaje, entre los nervios, la presión de que todo saliera bien y las preocupaciones, nos costó un poco encontrar el punto y empezar a trabajar en equipo. Aunque, a medida que avanzamos, nos fuimos relajando y todo fue encajando poco a poco.

Con el soporte de…

THE ROOSTERS

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