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Transcordilleras 2022: Persiguiendo al Tucán

Hace poco más de un año os estábamos presentando lo que sería la primera edición de Transcordilleras, una carrera de gravel por etapas a través de las tres cordilleras de los Andes que dividen Colombia. El éxito fue tal que a finales del mismo año ya organizaron otra edición, aunque más corta y solamente centrándose en la cordillera central.

Estos dos eventos sirvieron como trampolín para tener una gran repercusión y llamar la atención de corredores internacionales que no dudaron ni un segundo en inscribirse en la edición de 2022 y convertirse así en uno de los eventos indispensables del calendario. Así, entre el 20 y 27 de febrero tuvo lugar de nuevo la travesía de los Andes colombianos, contando esta vez con mayor participación y más formatos.

La carrera

Como en la edición pasada, el evento principal consistía en ocho etapas definidas, en las que cada día se enlazaba del punto A al B siempre avanzando del interior hacia el océano Pacífico (de este a oeste). Con esto, los participantes cubrieron un total de 1.100 km y acumularon 25.000 m de ascenso positivo desde Yopal Casanare, hasta Santafé de Antioquia.

Lo más interesante de este formato es que cada día los participantes salían juntos. De modo que los primeros kilómetros normalmente se recorrían en pelotón. Sin embargo, eso no implicó un ritmo tranquilo, ya que todo el mundo quería estar delante y poder al menos ganar una de las etapas. Esto resultó en ataques desde el primer minuto y un ritmo duro que se hizo sentir a lo largo de los días.

Uno de los aspectos a destacar de Transordilleras es el cambiar de vertiente pasando de la cordillera oriental hasta la occidental. Esto significa alcanzar muy a menudo los 3.000 m sobre el nivel del mar poniendo las capacidades físicas al límite, aunque con cierta ventaja para los locales. De este modo, los corredores se batieron como mejor pudieron en un paisaje siempre cambiante pasando de selvas densas y húmedas, a bosques de Palmas de Cera como «La Samaria» (el símbolo de Colombia), y altiplanos de frailejones en los páramos a más de 3.000 m de altura.

El podio final en la llegada, como toda carrera por etapas, fue la suma de los tiempos de cada día. Aún y batallar por la victoria, el colombiano Mauricio Ardila vencedor de la pasada edición no pudo llevarse el Tucán a casa, un tótem de peluche que debía llevar el líder de la carrera tal maillot amarillo. Fue el americano Peter Stetina que se llevó la victoria por delante de Laurens ten Dam y Brayan Chaves (hermano del profesional Estevan Chaves).

En esta edición hubo además dos modalidades extras. Por un lado estuvo la versión non-stop en autosuficiencia, en la que el colombiano Omar Rubiano ganó llegando antes que el pelotón principal haciendo el recorrido en 6 días y 8 horas. Por otro lado, hubo una versión corta de las tres primeras etapas para aquellos que querían iniciarse en este tipo de eventos.

Cubriendo y viviendo Transcordilleras con A-Burrá

El colectivo A-Burrá de Colombia, más en concreto de Medellín, hace tiempo que está involucrado en el mundo del ciclismo. Como aficionados y practicantes del deporte, intentan transmitir su pasión a través de imágenes con historias, paisajes y rutas por recorrer. Algunos de sus integrantes son fotógrafos profesionales y, con tal de hacer llegar el ciclismo colombiano al resto del mundo, han emprendido iniciativas captando los detalles más íntimos del ciclismo.

En esta ocasión David Jara (fotografía) junto a Paco (piloto de la moto y vídeo) se subieron a la motocicleta para seguir al grupo de corredores a lo largo de las 8 etapas de Transcordilleras. Para ellos, igual que los participantes cada día fue una aventura. Cada día empezaban con el pelotón, algún día siguiendo a los de atrás para luego alcanzar a los de adelante, o viceversa, con lo que pudieron ver el exigente ritmo que se impuso en cabeza, abriendo huecos de varias horas. Aún yendo en moto no pudieron pasar por todos los tramos de la ruta, ya que en algunas ocasiones esta transcurría por senderos sólo practicables en bicicleta ya sea por su dificultad técnica o elevado pendiente.

Transcordilleras no es un reto apto para todo el mundo, y testigo de esto es la anécdota que nos cuenta David que, aún yendo en moto, sufrieron lo suyo. Desde la segunda etapa la moto empezó a tener un cortocircuito en los faros, de modo que cargaron con 20 fusibles que iban cambiando y tenían que llegar a final de etapa antes del anochecer. Así lo consiguieron en todas las etapas excepto la sexta. Ese día, al afrontar el descenso hacía Jardín, una fuerte lluvia les alcanzó. No podían ver nada por la tromba de agua que caía y la falta gradual de luz de la noche (solo tenían una linterna de mano para iluminar). Entre charcos, lodo, rocas y agujeros, se pararon para encontrar una solución y, de la nada, apareció un campesino en moto que iba en la misma dirección. Este les salvó, ya que les iluminó el camino hasta llegar al pueblo unos 40 minutos después. Como nos cuentan, ‘fue como un ángel de la guarda para nosotros, ese día fue de los más difíciles, recorrimos alrededor de 240 km y llegamos a eso de las 8 de la noche a meta’. Así, podemos ver la dificultad de la prueba, en la que cualquier imprevisto requiere de una solución y saberse adaptar, formando todo parte de la aventura.

Fotos: A-Burrá