Enclavada entre los Alpes al norte y Venecia al sur, con ondulantes colinas y viñedos que se extienden de este a oeste, la renovada sede de Basso en Bassano del Grappa —cariñosamente llamada La Fabbrica— es más que una simple área de produccción. Es una declaración de que aún se pueden concebir, diseñar, pintar y fabricar bicicletas de primera clase íntegramente en Italia, con la pasión y la precisión que definen el legado ciclista del país.
Pasamos un par de días en Bassano del Grappa para la presentación a la prensa de la nueva Basso SV, y el programa también incluyó una visita a varias instalaciones de la marca. Ver el proceso de producción de primera mano nos proporcionó el contexto necesario para probar su nueva bicicleta, y aprendimos tanto que decidimos escribir un artículo centrado en la firma italiana.
Cómo Basso se convirtió en una marca internacional
Tras varios años de aprendizaje autodidacta sobre cómo construir una bicicleta, el primer pedido que recibió Alcide Basso en 1977 marcó el inicio de la empresa. El camino del acero al aluminio y luego al carbono fue entretenido, en parte porque abrió su propio camino en lugar de intentar seguir el status quo de la industria, desarrollando tecnologías que se adelantaban al resto.
Su etapa moderna se debe en gran medida a la visión de futuro de su esposa. Ella solía distribuir marcas como Alpine Stars, Cannondale y GT en Italia, y rápidamente aprendió que los frecuentes cambios en la dirección y estrategia comercial de esas empresas le dificultaba su tarea. ¿La respuesta? Adquirir una marca, en este caso, Lee Cougan. Y luego, tras conocer a Alcide, se produjo la fusión.
Las dos empresas operan ahora bajo el holding Stardue, una empresa familiar que abarca una sede europea adicional en Núremberg (Alemania es su mayor mercado) y una base norteamericana en Florida. Hoy, alrededor de 80 empleados, liderados por un joven equipo de seis gerentes, ninguno mayor de 45 años, guían la compañía a lo largo de los altibajos de la industria. La familia Basso sigue al frente, con Leonardo como Director de Marketing y Alessandro como CEO. El padre continúa involucrado en un rol de consultoría.
Una fábrica construida para el futuro
La Fabbrica, concebida como algo más que una simple planta de producción, integrará todo el flujo de producción, pintura y ensamblaje de una bicicleta. Si bien la distribución final difiere de cómo estaba estructurado todo cuando estuvimos allí, el almacén y la sección de ensamblaje ya estaban instalados. A su lado, se ubicará la nueva zona de producción de fibra de carbono con un espacio de 2,000 m². A finales de año, también se incorporará la planta de pintura de 500 m².
Quieren tener un gran almacén para piezas y uno pequeño para bicicletas. Cuando estuvimos allí, la sección para almacenar bicicletas completamente ensambladas y embaladas estaba bastante vacía, lo que suele ser una buena señal y prueba de su enfoque de producción justo a tiempo. Basso se vende actualmente en 62 países y, en octubre de 2024, estimaron que venderían alrededor de 12,000 bicicletas al acabar el año.
Basso está invirtiendo fuertemente en la zona, no solo en metros cuadrados, sino también en la comunidad, la cultura y la sostenibilidad.
Hay espacio para hasta 400 empleados y ya se están ofreciendo oficinas adicionales a startups. El restaurante y el alojamiento estarán abiertos a todos. Este es un lugar pensado para dar la bienvenida no solo a los empleados, sino también a la comunidad en general: ciclistas, creativos y cualquier persona atraída por la filosofía de la marca.
Artesanía, no trabajo en cadena
A diferencia de las líneas de producción de los fabricantes en masa, la sala de montaje de Basso es tranquila, y destaca por su flexibilidad. Cada bicicleta, ya sea una Basso o una Lee Cougan, se ensambla en puestos independientes por mecánicos cualificados. El proceso de premontaje es riguroso, y cada cuadro se rastrea mediante un código único de principio a fin, lo que permite una trazabilidad total.
Basso fabrica entre 50 y 70 bicicletas al día, con tan solo ocho mecánicos. No es la forma más rápida, pero es la suya: priorizan la calidad y el trato humano. La flexibilidad es clave, y solo las marcas con control sobre todo el proceso de producción pueden reaccionar con la suficiente rapidez. Basso es una de las pocas.
“Decidimos nosotros mismos los lotes de producción. Es la única manera de ser eficientes al producir tantos cuadros, especialmente en épocas en las que la demanda puede fluctuar drásticamente.” Alessandro Basso, CEO de Basso Bikes y Lee Cougan
Pintando con propósito
Los cuadros Basso se pintan actualmente en Vicenza, y en una mañana, nos presentaron todo el proceso: imprimación, horno, adhesivos, capas de color y una comprobación final de la porosidad, todo en un solo día. La distribución de estas instalaciones se replicará en La Fabbrica.
Pintan alrededor de 35 cuadros por turno, trabajando dos turnos al día. Algunos modelos de bicicletas requieren más tiempo, y lanzamientos recientes como la nuevo Basso SV desafían constantemente a los trabajadores con nuevas técnicas de pintura. Es importante destacar que solo se utilizan pinturas a base de agua y que los empleados se someten a controles de salud periódicos, lo que demuestra la convicción de Basso de proteger tanto al ciclista como al fabricante.
Mostrando sus intenciones
“Fabricamos las bicicletas, hacemos marketing en torno a ellas, pero no somos quienes se encargan de venderlas”, insistió Alessandro Basso. “No queremos ignorar la tienda de bicicletas, queremos fortalecerla”. Es una postura poco común en el mercado actual, obsesionado con el DTC (Direct to Customer o venta directa a cliente), pero para Basso, es importante tener una conexión sólida y eficaz con los minoristas. “Si el vendedor no ofrece una buena experiencia, todos nuestros esfuerzos son en vano”.
Más allá de la importancia de las transacciones comerciales, la sostenibilidad es una prioridad cada vez mayor. Han eliminado el plástico en sus embalajes y han lanzado un programa que fomenta ir al trabajo en bicicleta, añadiendo los kilómetros acumulados de los empleados a un fondo. Su primer informe de sostenibilidad debe presentarse este año; un paso que, según admiten, debía haberse dado hace tiempo, pero que es significativo.
Bassano Clubhouse
De vuelta en la ciudad, visitamos el Bassano Clubhouse, que es una materialización de la visión de Basso. Ubicado en una antigua sala de exposición de cocinas, este espacio multiusos combina tienda, alquiler, eventos, bar, taller e incluso alojamiento: un auténtico centro ciclista. Estas seis líneas de negocio están representadas por los pilares que se pueden ver en la fachada del edificio.
Cuando estuvimos allí, solo llevaba abierto unos meses, así que aún había muchos vecinos, ciclistas o no, que echaban un vistazo al interior. Bassano del Grappa y sus alrededores albergan las sedes varias marcas de ciclismo, pero la ciudad carecía de un punto de encuentro para el usuario final del sector. Estas marcas cercanas, no solo Basso, se benefician del ambiente colaborativo que fomenta este nuevo espacio.
Las rutas semanales de carretera y gravel atraen tanto a ciclistas nuevos como a experimentados. Alguien comentó que quiere convertir Bassano del Grappa en la nueva Girona, pero les animamos a conservar la esencia que nos incita a volver pronto y escalar el Monte Grappa finalmente, un asunto pendiente.
Una visita para recordar
Nuestra visita a Basso nos recordó que el alma del ciclismo aún reside en lugares donde la gente conoce tu nombre, donde los cuadros aún son tocados por manos humanas y donde la innovación se impulsa no solo por las tendencias del mercado, sino por un profundo amor por el ciclismo.
A la sombra de los Alpes, en la encrucijada de la historia y la modernidad, Basso construye algo excepcional: no solo bicicletas, sino un legado.