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Resumen de ATG6: The Beloved Land

Teniendo en cuenta que este año las fechas de Among the Giants coincidieron con el principio del fin de los largos y cálidos días de verano, la resaca emocional post-evento está alcanzando magnitudes que no deseamos a nadie.

Con cada frase que escribimos, nuestra mente nos retrotrae a esos días en los que compartíamos momentos inolvidables con personas con una pasión común. Escribir este artículo nos está costando un trabajo extra, comparable al esfuerzo físico requerido para afrontar algunas de las subidas que mencionaremos a lo largo de los siguientes párrafos, pero queremos asegurarnos de que refleja las sensaciones que experimentamos del 30 de agosto al 3 de septiembre con el agradable grupo de personas que reunimos.

Llegada

Es justo decir que nuestro alojamiento estaba ubicado en un lugar bastante remoto, lo que provocó algunas pesadillas logísticas para muchos de los participantes. En nuestro artículo previo al evento ya desvelamos el lugar exacto donde estuvimos en Asturias, y el alojamiento realmente superó nuestras expectativas. ¡Más sobre eso más adelante!

Íbamos a celebrar el décimo aniversario de la revista y queríamos traer a algunos de nuestros amigos más cercanos, por lo que la mayoría de participantes acabaron siendo de España. Éramos 23 ciclistas , más de una quinta parte de ellos mujeres. También contamos con un equipo de contenido de alta calidad y algunos familiares para apoyo adicional.

Con gente que venía no sólo de distantes regiones de España sino también de otros países, diferentes puntos de partida significaban diferentes itinerarios. El miércoles 30 de agosto hubo un flujo constante de participantes llegando al albergue y acomodándose a la espera de la presentación oficial del evento.

Algunos participantes conocían ya a buena parte de los miembros del grupo; otros llegaron solos sin saber de nadie. Con los momentos compartidos que les esperaban en los días siguientes, las amistades se forjarían en poco tiempo. Ésta es la belleza del ciclismo en general y de Among the Giants en particular: el poder que tiene para unir a la gente.

ATG6 The Beloved Land

La primera tarde el tiempo fue estupendo para los estándares asturianos y tuvo lugar un encuentro «no oficial» en la terraza frente a las montañas. Luego, aún antes de la sesión informativa, nos reunimos para cenar y hablamos con aquellos que aún no habíamos tenido la oportunidad de conocer. En ese momento ya podíamos escuchar comentarios como “¿cuál es la primera ruta que haremos?” o “¿cómo pinta el tiempo para mañana?”. Compartiríamos todos los detalles poco después, pero fue divertido ver la mezcla de emoción y pánico en el comedor.

Después de la cena, el sol ya se había puesto y las luces de la terraza fueron el fondo perfecto mientras realizábamos la presentación del evento. En unos minutos repasamos las diferentes rutas previstas, explicamos cómo sería la dinámica a la hora de circular en grupo y dimos a conocer todas las marcas que directa o indirectamente estaban presentes entre nosotros. También animamos a todos a que se presentaran y nos hicieran saber acerca de su historia en el mundo del ciclismo, su ocupación actual o cualquier otra cosa que quisieran compartir. Fue la manera perfecta de romper el hielo y un buen ejemplo del ambiente amistoso que nos acompañaría durante los próximos días.

ATG6 The Beloved Land

Por último y como sorpresa, entregamos una bolsa de regalos con la camiseta de manga larga personalizada que Laser hizo para celebrar nuestro 10º aniversario, un bidón de Tactic y pegatinas de diferentes marcas participantes que luego aparecían mágicamente enganchadas en la bici de alguien o en la señal en la cima de una subida.

Ruta 1 | Cobertoria, Angliru y Cruz de Linares


Carbohidratos y café. Eso es todo lo que necesitábamos para hacer frente al Angliru, tal como estaba en la agenda del primer día. El albergue preparó un desayuno buffet especial para nosotros, para que todos pudieran seguir tomando al desayuno que están acostumbrados a tomar en casa, asegurándose de que la falta de comida no fuera excusa para afrontar el reto que teníamos por delante.

No faltó café de especialidad, que preparó Víctor de CUP in situ, y esos granos de Right Side Coffee nos dieron un buen punch para empezar el día. Los rostros durante el desayuno revelaron quién es una persona mañanera y quién no, pero se podía sentir la emoción en las miradas de cada uno de ellos.

Decidimos el orden de las rutas que teníamos previstas en función de la previsión meteorológica durante nuestra estancia, y no queríamos perder la oportunidad de subir al Angliru en un día soleado. Nos preparamos todos y a las 9:00 en punto comenzamos a pedalear. 115 km y 3.750 metros de desnivel acumulado por delante.

No pasó mucho tiempo hasta que empezamos a subir, por lo que rápidamente comprobamos el buen estado físico de todos los participantes. Como organizadores, también éramos una especie de guías de ruta y nos dimos cuenta de que iba a ser difícil seguir durante tres días seguidos a aquellos que estaban dispuestos a ir un poco más rápido.

Llegamos al pie del Angliru tras subir a Cobertoria por el lado oeste y llegar a Piola desde Cuchu Puercu en lugar de desde El Cordal, que es la ruta habitual siempre que el Angliru es protagonista en La Vuelta a España.

Los primeros metros los recorrimos como un pelotón unificado, pero rápidamente nos dividimos y cada uno subió a su propio ritmo. Este es el tipo de subida en la que tienes que concentrarte, ya que es muy empinada y larga. «¡Nos vemos en la cima!» dijeron algunos a los que ya se estaban distanciando. Desde ese momento hasta nuestro reagrupamiento arriba, tendríamos tiempo de pasar por todo tipo de condiciones físicas y mentales.

Lo bueno es que brillaba el sol y podíamos ver el valle debajo de nosotros e incluso el océano Atlántico de fondo, algo que no todos los que han subido al Angliru pueden decir. Para ser honesto, estábamos mirando a todos lados menos hacia adelante, ya que no queríamos saber qué teníamos en frente. Los que se atrevieron a hacerlo vieron al resto de participantes ir de un lado a otro de la carretera, intentando paliar el desnivel de tales rampas.

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El Angliru fue considerado para muchos el mayor desafío de esta edición, por lo que todos parecían victoriosos y aliviados al llegar a la cima. Allí animamos a los que aún faltaban por llegar y nos dejábamos secar el sudor mientras compartíamos nuestro punto de vista sobre la hazaña que acabábamos de lograr, antes de descender de nuevo al pie de la subida.

También se hicieron huecos en el descenso, ya que os podemos asegurar que bajar una subida pronunciada también tiene su grado de dificultad. Cuando nos reagrupamos de nuevo era la hora de comer, así que asaltamos ell bar o supermercado más cercano en busca de comida para alimentar lo que estaba por venir, Cruz de Linares.

La ascensión a La Cruz de Linares es bastante desconocida y de hecho aparece en La Vuelta por primera vez este año. Aún así es una subida considerable de más de 8 kilómetros al 9% de media. Algunos pensaban que todo después del Angliru sería fácil pero, aunque queremos volver a insistir en lo duro que fue, Asturias es un constante sube y baja y nuestras piernas acabaron acostumbrándose más a escalar que a deslizarse por los tramos llanos.

En la cima de la tercera y última subida del día, todos parecían ya agotados pero felices. Allí nos tomábamos un tiempo para relajarnos y apreciar el paisaje que teníamos delante sentados en un campo de césped antes de recorrer los últimos 20 kilómetros de la ruta, que era un terreno mucho más favorable.

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Cuando llegamos al alojamiento y nos duchamos, ya era hora de dirigirnos al comedor. Allí, al igual que a los ciclistas de un equipo profesional, nos ofrecieron una variedad de carbohidratos y proteínas de alta calidad para llenar nuestro estómago. ¡El arroz con leche de postre fue la guinda del pastel!

Ruta 2 | Cubilla y Gamoniteiru


El pronóstico del tiempo para el segundo día de ruta cambió a nuestro favor y parecía que tendríamos dos días secos seguidos. Créenos, no es algo tan común en esta parte de España. Queríamos aprovecharlo al máximo y para ese día planeamos una ruta que incluía La Cubilla y Gamoniteiru, dos ascensiones que varios conocidos locales nos habían recomendado.

La ruta comenzó una vez más en dirección este, pero esta vez alcanzaríamos el alto de La Cobertoria por Lindes, un lado más largo pero más tranquilo. El comienzo fue húmedo mientras atravesábamos un bosque profundo que luego se abrió con vistas del valle a medida que llegamos a la cima. Desde allí descendimos hasta Pola de Lena, el único pueblo en un radio de 40 km con más de 10.000 habitantes.

Durante el briefing previo a la ruta ya explicamos que a partir de ahí sería una ascensión paulatina y placentera a La Cubilla, por lo que durante la mayor parte pudimos permanecer en grupo, asegurándonos de que aquellos con menor nivel físico o cansados con las piernas cansadas por el día anterior pudieran aguantar tanto como fuera posible.

Nos quejamos un poco del estado de la carretera en la primera mitad de los 27 km de subida, pero lo cierto es que en los últimos 10 kilómetros el asfalto era como una alfombra roja. La Cubilla es una carretera sin salida, por lo que casi ningún coche perturbó nuestro ritmo mientras subíamos. Una vez más, las vacas eran las dueñas del camino, por lo que fue necesario un poco de zigzag para pasar junto a ellas, ya que no se movían ni un centímetro.

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Todo era súper tranquilo y una sonrisa se dibujó permanentemente en nuestra cara tras observar los picos rocosos que nos rodeaban, algo parecidos a los Dolomitas. La cima de la subida se encuentra a casi 1.700 metros de altitud, por lo que teniendo en cuenta que Pola de Lena está a 300 metros sobre el nivel del mar, habíamos acumulado bastante elevación en las últimas dos horas.

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Eventualmente regresaríamos de nuevo a Pola, ya que habíamos debíamos regresar casi al inicio de nuestra ruta para afrontar el Gamoniteiru. Abordamos primero La Cubilla y luego el Gamoniteiru para que si alguno no se sentía bien pudiera volver directamente al alojamiento, pero la mayoría acabaríamos alcanzando también la cima de esta segunda subida.

¿Quién hubiera dicho mientras nos relajábamos bajo el sol en La Cubilla que el sol se convertiría en niebla y apenas veríamos a dos metros de nosotros en nuestro camino hacia la cima del Gamoniteiru? Es una lástima porque las vistas desde lo alto a 1.771 metros de altura, el punto más alto de esta edición, hubieran sido impresionantes, pero por el lado positivo, lo hicieron parecer más épico.

Ruta 3 | Ventana y San Lorenzo


Disfrutar de tres días secos consecutivos en Asturias era demasiado bonito para ser verdad, y desde la noche anterior a nuestro tercer viaje sabíamos que llovería. Aún era una incógnita cuándo comenzaría y la intensidad de la lluvia, pero nada nos impediría cerrar esta edición con un broche de oro.

Nos limitamos a circular por carreteras principales para minimizar los problemas en caso de lluvia. Esta vez empezamos hacia el oeste y descendimos un poco antes de atravesar lo que parecía un cañón camino a Puerto de Ventana. En ese momento el cielo nos amenazaba pero aún no había gotas.

Fue cuando llegamos a San Martín que el grupo empezó a dividirse. Mientras ascendíamos, poco a poco nos adentramos en las nubes bajas y la niebla, y nos empapamos considerablemente. Fue una subida muy larga, lo que hizo que las diferencias entre nosotros, más aún después del cansancio que ya habíamos acumulado durante los días anteriores, fueran cada vez mayores. Nos sentimos mal por aquellos que tuvieron que esperar en la cima del puerto esperando al resto mientras intentaban no congelarse.

Afortunadamente fuimos previsores y cargamos la furgoneta en la que iban el fotógrafo y videógrafo con capas adicionales de ropa para hacer frente al frío y la lluvia, así que nos preparamos para el descenso sobre mojado al otro lado de la subida. No pasó mucho tiempo hasta que volvimos a quitarnos esas prendas, ya que el clima del otro lado era mucho mejor. Entramos en la región de Castilla y León y fue sorprendente ver cuánto variaba el paisaje en cuestión de kilómetros.

Durante los siguientes doce kilómetros circulamos por una meseta a más de 1.200 metros de altitud, y durante ese tramo empezó a llover intensamente. Aún nos quedaba la mitad de la ruta por delante, pero no había ningún atajo, por lo que todos nos comprometimos a seguir adelante con la esperanza de que fuera solo una nube cargada y luego se convirtiera en una lluvia más tolerable.

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Realmente no fue así, y la combinación de la altitud y la lluvia convirtió el descenso a Somiedo en una experiencia nada agradable. Nos refugiamos en un bar de estilo antiguo, seguimos los consejos de los más experimentados y utilizamos periódicos para secarnos, y bebimos tantos cafés, chocolates calientes e incluso chupitos de licor como pudimos para recuperar la temperatura corporal.

Durante los últimos tres días habíamos vivido todo tipo de situaciones meteorológicas y, aunque en retrospectiva podemos estar contentos porque podría haber sido peor, en ese momento en ese bar lo que todos queríamos era llegar de vuelta al alojamiento tan pronto como fuera posible. El equipo se dividió en dos grupos para que cada uno regresara al ritmo que más cómodo le resultara, y de vuelta al hostel el tiempo fue a mejor así que rápidamente nos olvidamos del duro momento que habíamos pasado un par de horas antes.

Despedida

Acumulamos 390 kilometros y 10.500 metros de desnivel positivo a lo largo de tres días, conquistando fuertes ascensiones como el Angliru o el Gamoniteiru en el camino, así que llegó el momento de celebrar. Esta vez cenamos una rica hamburguesa y luego mostramos un video sorpresa con testimonios y mensajes de felicitación de personas que han jugado un papel clave en la historia de la revista durante los últimos 10 años.

A continuación se celebró una fiesta en la terraza. Muchas botellas de sidra, bebida local en Asturias, se vaciaron esa noche, mostrando una vez más la voluntad de compartir tiempo juntos, intentando retrasar al máximo el final de ATG6. Unas horas más tarde, durante el último desayuno se podían ver las caras largas -también de resaca- en los participantes de la edición, pero llegó el momento de hacer las maletas y marcharse.

ATG6 The Beloved Land

Gracias Laura, Mireia, Mireia, Sandra, Maria, Jeroen, Johnny, Tom, Sergey, Félix, Richard, Aleix, Ricard, Biel, Isma, Victor, Guillermo, David, Luis, Javi, Pavel, Toni, Pol, David, Iván, Alberto, Mariona, Arnau y todos aquellos con los que estuvimos en contacto durante el evento, por esta edición inolvidable.

Un agradecimiento especial al Albergue De Arrojo por recibirnos y asegurarse de que tuviéramos todo lo que necesitábamos, incluso si eso significaba cocinar algo que no suelen cocinar o adaptar el alojamiento para satisfacer nuestras peticiones.

Muchas gracias a todas las marcas involucradas. Coffee Union Place por su café especial que nos ayudó a comenzar bien el día. MMR por permitirnos ver y probar de cerca su nuevo modelo de carretera Adrenaline 5.0. Hammerhead por dejarnos probar sus unidades Karoo 2, que nos guiaron por valles y montañas mostrando lo que teníamos delante. Laser Barcelona por unas camisetas únicas y especiales que nos abrigaron fuera de la bici y que se convertirán en un bonito recuerdo. Sturdy Cycles y en especial a Tom por mostrarnos cada uno de los pequeños detalles de sus creaciones en titanio. Tactic Sport por vestir a algunos de nosotros y ofrecernos botellas para mantenernos hidratados durante la ruta. ENVE por mostrar su edición especial Melee Velodrom que pudimos ver de cerca y tener a nuestro lado.

Ya no nos duelen las piernas, pero todavía no nos atrevemos a aventurarnos en otra aventura de similar dureza. Es como cuando después de una ruptura la mente necesita procesar las cosas antes de empezar de nuevo desde una página en blanco. Nuestro amor por Among the Giant sigue intacto y, como en una relación a distancia, desde ya estamos contando los días para volver a encontrarnos.