A medida que las temperaturas siguen subiendo, todo tipo de eventos al aire libre ocupan nuestros calendarios. De la misma manera que mucha gente espera con ansias ese festival de verano al que acude cada año, los aficionados al gravel de Bélgica y países vecinos tienen los días de Smugglers’ Paths marcados en su agenda.
El evento agotó inscripciones en solo una semana, y los 500 afortunados, incluidos nosotros, pudimos disfrutar de un fin de semana perfecto de gravel y ambiente de acampada en Limburgo. Más de la mitad de los participantes de 2023 había asistido a alguna de las tres ediciones anteriores de Smugglers’ Path, lo que demuestra la buena impresión que deja el evento en todos los asistentes. Muchos de ellos tenían enganchinas del evento en sus cascos y portaban con orgullo todas las posibles piezas de merchandising que los organizadores han diseñado en este tiempo.
Alrededor de un tercio de las inscripciones eran para todo el fin de semana, que incluía además dos noches de campamento y comidas copiosas. Dado que el campamento estaba ubicado en Hamont-Achel, a escasos kilómetros de la frontera con los Países Bajos, la proporción de participantes provenientes de países vecinos fue bastante alta. También conocimos gente de lugares más lejanos como Reino Unido e Italia.
El campamento abrió sus puertas el viernes 26 de mayo a las 13:30. No pasó mucho tiempo hasta que multitud de campers y gente con sus tiendas de campaña llenaron el lugar, y además de las bonitas bicis que vimos por el lugar, parecía que había un concurso de quién tenía el mejor lugar para dormir. ¡Había tiendas de campaña en las que cabía toda una familia!
Nosotros nos desplazamos en bicicleta desde casa hasta el lugar de inicio, lo que nos obligó a minimizar el peso que cargábamos. No obstante, siguiendo los consejos de aquellos con los que hablamos el primer día, logramos aprovechar al máximo nuestro saco de dormir y pudimos pasar una buena noche. Cuando llegamos ya había una barbacoa en el lugar, por lo que inmediatamente nos unimos al resto de los participantes en la mesa.
Los que llenaron sus barrigas primero comenzaron a reunirse alrededor de la fogata, y pronto muchas personas tendrían una cerveza en la mano. El dilema era o desfasar esa noche y sufrir las consecuencias durante los 160 km del día siguiente, o ahorrar la mayor cantidad de energía posible y darlo toda la noche siguiente con las energías residuales que quedaran.
Mientras desayunabamos al día siguiente, llegaron al recinto los participantes con la inscripción de un solo día. A primera vista, ya era fácil distinguir a los que venían solo para la ruta del sábado de los que se quedaban todo el fin de semana. Con su apariencia y una edad promedio más baja, parecían estar más enfocados en la carrera, pero pronto nos dimos cuenta de que ninguno de ellos estaba ahí para competir. Todos teníamos muchas ganas de afrontar la ruta y pasarlo en grande.
El recorrido ha sido más o menos la misma a lo largo de las cuatro ediciones, pero está construido de forma modular. Esto permite a los organizadores cambiar el orden y la dirección de los bucles dentro de la ruta general, haciendo que cada año sea ligeramente diferente a los anteriores.
El terreno era 90% off-road, y dentro de ese porcentaje no solo había gravel pura sino también superficies más accidentadas, como descensos con raíces y tramos de arena, lo que lo hacía entretenido y desafiante al mismo tiempo.
Siempre hemos pensado que una bicicleta de montaña no es realmente útil en la parte flamenca de Bélgica debido a la falta de montañas. Sin embargo, dada la cantidad de caminos sin pavimentar bien conservados en toda la región, una bicicleta gravel es muy conveniente. Con la ruta de Smugglers’ Path, pudimos probar de todo.
Una gran parte del total de kilómetros fue alrededor de Wouterbos, en la región flamenca conocida como Kempen. Varias subidas y bajadas por el bosque nos mantuvieron ocupados durante un rato, resguardándonos del sol abrasador.
La estación de alimentación estaba en Opitter, donde se encuentra la cervecería Cornelissen. Los que hacían el recorrido largo pasaban dos veces, por lo que había un flujo constante de ciclistas recargando pilas y compartiendo las aventuras vividas hasta entonces. La bollería y fruta estaban al lado de los tiradores, por lo que pedir una cerveza en su lugar.
Recorrimos kilómetro tras kilómetro mientras nos lo pasábamos en grande sobre nuestra bicicleta gravel y, antes de darnos cuenta, ya estábamos de vuelta en el campamento base. De manera similar, el tiempo entre nuestra llegada y el comienzo de la pizza party que cenamos pasó volando porque estábamos entretenidos hablando con otros participantes que encontramos durante la ruta.
Nos avergüenza decir que había mucha gente con más ganas de fiesta que nosotros. Al escuchar las conversaciones a la mañana siguiente, quedó claro que para algunos fue una larga noche de música hardstyle y cervezas. El “hangover ride” planificado para las 8:30 tenía un nombre muy apropiado y, desafortunadamente para todos nosotros, marcó el final de un buen fin de semana.
Smugglers’ Path fue una gran experiencia reveladora de lo inclusivo que es el gravel. Estamos contentos de habernos topado con un evento tan agradable y ahora entendemos por qué, para muchas personas, es el mejor fin de semana de su año. Los mismos organizadores tienen un segundo evento con ambiente similar más adelante en el año, así que no lo dudes e inscríbete a French Borders mientras sigan habiendo inscripciones disponibles.