Dentro del mundo del ultraciclismo, cruzar los Pirineos es, sin duda, uno de esos objetivos que más tarde o más temprano quieres alcanzar. La cordillera que forma una frontera natural entre el territorio español y francés, está formada por un gran entorno natural, pequeños pueblos, y una larga lista de montañas. Entre ellas, encontramos algunos de los puertos más míticos del Tour de Francia o La Vuelta, además de otros no tan famosos pero igual de recomendables.
Desde Transiberica, organizadores de Transpyrenees y otras pruebas de esta modalidad, llevan siete años apostando por los Pirineos como escenario para este evento de autosuficiencia. En cada una de las ediciones, los participantes recorren de costa a costa este increíble macizo que conecta la península ibérica con el resto de Europa, a veces de este a oeste, y en otras a la inversa.
La idea de cruzar los Pirineos no es una idea exclusiva de Transpyrenees pero, lo que sí la diferencia del resto es que no se trata de una carrera por etapas, sino de un reto non-stop del punto A al punto B, con el objetivo de completarlo en el menor tiempo posible.
Trazado 2025
En la edición de este año, el punto de inicio tenía como lugar la ciudad guipuzcoana de San Sebastián y la última pedalada se daba en el pequeño pueblo de Llançà, en Catalunya. En este recorrido, los participantes pasaron por puertos tan míticos como Aubisque, Tourmalet, Peyresourde, o Col du Portet, que con 16 km y 2.214 m se convierte en el highlight de esta edición, además del punto de más altitud de toda la prueba.
El trayecto recorría una parte significativa por la vertiente sur de los Pirineos, con el 70 % del recorrido en España y el resto en territorio Francés.
Una combinación entre grandes puertos de montaña, pequeñas colinas y alguna que otra sorpresa que Carlos Mazón y su equipo, cada año preparan con suma dedicación. Expertos en la materia, estamos seguros que el recorrido que la organización preparó superó todas las expectativas de los participantes.
Transpyrenees en números
Detrás de una prueba de ultraciclismo como esta siempre hay cifras interesantes a revisar. En el caso de Transpyrenees 2025, empezamos con los 1.074 km que separaban San Sebastián, punto de salida, de Llançà, línea de meta. Durante esta distancia, los participantes tuvieron que afrontar un total de 34 puertos de montaña, y acumular un desnivel de, nada más y nada menos, que 27.000 m positivos.
Si saltamos al aspecto participativo, tuvieron un total de 302 inscritos de las cuales, 36 fueron mujeres. A pesar de seguir siendo una cifra baja en comparación a los participantes masculinos, es un muy buen número teniendo en cuenta la modalidad de ciclismo y la dureza de la prueba. Por otro lado, de entre la lista de inscritos, podíamos encontrar 33 nacionalidades diferentes, lo que quiere decir que cada vez más gente se atreve a afrontar un reto como este sin importar su procedencia.
Para terminar con este recopilación de números, la línea de meta en Llançà fue alcanzada por 196 corredores que consiguieron completar la ruta de la Transpyrenees 2025.
Resumen de la séptima edición
Transpyrenees históricamente es una carrera con una gran participación pero, la de este año será recordada por la edición con mayor numero de corredoras inscritas, batiendo varios records en este aspecto.
Con salida desde San Sebastián el pasado 29 de junio, y siendo Jazkibel el primer puerto de montaña al que los corredores tenían que afrontar, los corredores con más experiencia y mejor preparación decidían marcar la diferencia y empezar a dejar claro que habían venido a darlo todo. Mientras tanto, el resto del peloton intentaba buscar su ritmo y administrar muy bien sus fuerzas para todo lo que les esperaba.
Uno de los puertos “trampa” de esta edición era la ascensión a Lindus. Una carretera poco conocida pero con pendientes de hasta el 20% que obligaba a los participantes dejarse hasta la última gota de sudor antes de coronar y alcanzar finalmente el primer punto de control de la carrera.
Las horas fueron avanzando y, como en todas las pruebas de larga distancia, cada corredor empezaba a dar forma a su propia aventura. Durante los próximos días les tocaría vivir constantes altibajos emocionales y físicos, anécdotas, y descubrir un sinfin de paísajes que quedarían grabados en su memoria.
En una prueba como esta, la meteorología también cuenta con un papel importante y decisivo. Durante los primeros días les tocó pedalear bajo un sol abrasador con temperaturas que superaban los 35 ºC y en los que la hidratación era clave para no volver a casa con un DNF bajo el brazo. Pero no solo la calor hizo acto de presencia; las tormentas en zonas de alta montaña son habituales y esta no iba a ser una excepción. Los participantes si no tenían suficiente con los desniveles que tenían que superar, también tuvieron que pedalear bajo aguaceros, combatir los cambios bruscos de temperatura y, en muchos casos, buscar refugio hasta que amainara.
El primer finalista mascuilno llegaba a Llançà con un tiempo oficial de 55 horas y 38 minutos. Mientras algunos todavía andaban cerca del CP1, Anatole Naïmi cruzaba la línea de meta con vistas al Mar Mediterráneo.
A nivel femenino, las primeras en completar el trayecto fueron las ex-ciclistas profesionales Rachel Neylan y Lourdes Oyarbide, que finalizaron los más de 1.000 km en menos de 4 días.