Después de una breve llamada con Simon Rosmolen a principios de agosto, no podíamos estar más emocionados por participar en la edición inaugural de Le Pilgrimage entre el 14 y 20 de septiembre. Junto a Cyril Chermin y Aaron Griffiths, habían diseñado tres rutas de gravel de autosuficiencia en los Alpes franceses cada cual más espectacular y difícil que la anterior, y estaban listos para recibir a un pequeño grupo de ciclistas que buscaban una aventura de fin de verano.
La idea detrás del evento era bastante sencilla. Todos empezaríamos a las 7 a.m. puntuales cada día desde el Chalet AlpeLune en Puy-Saint-Vincent, nuestro campo base. Desde allí tendríamos que completar el recorrido pasando por un checkpoint estratégicamente situado, y luego regresar al chalet, todo en un ambiente agradable y nada competitivo. En otras palabras, un compromiso entre las carreras de ultradistancia con la comodidad de dormir bajo un techo.
A nuestra llegada al chalet el día 14, ya a 1.470 m sobre el nivel del mar, quedamos completamente hipnotizados por las altas cumbres del Parque Nacional de los Ecrins. Después de desempacar, los 22 participantes nos reunimos para disfrutar de una cerveza y una cena de 5 estrellas preparada por la chef profesional Anne Pekelharing. A pesar de venir de sitios distintos como Holanda, Francia, Italia, Reino Unido, Costa Rica y España, todos compartíamos una pasión común por el ciclismo, la aventura y la montaña.
Después del briefing oficial con Simon y Cyril entendimos la idea detrás del nombre del evento, Le Pilgrimage. Como el peregrino San Roque en sus viajes, lo que más disfrutaba era la gente, la comida y los paisajes que encontraba en el camino. Eso es lo que habían diseñado para nosotros y lo que nos esperaba durante los siguientes días y a pesar de la tensión por la dureza de las rutas, no podíamos estar más ilusionados.
Etapa 1 – Pays des Ecrins y Fort Janus
Al que madruga Dios le ayuda, así que no teníamos tiempo que perder, ya que nos esperaban 120 km de gravel con 3.500 m positivos. Nos reunimos todos para desayunar a las 6 de la mañana antes de adentrarnos en el valle y poner rumbo a Briançon. A pesar de ver los rayos del sol en los picos más altos, hacía frío y humedad, pero una primera subida nos calentó antes de llegar a la Boulangerie ALEF para disfrutar de un croissant y un café caliente.
Desde allí tomamos la carretera hacia el col de l’Izoard, pero rápidamente cambiamos a una carretera escondida que nos llevaría al Fuerte Janus. La pendiente era constante, rodeada de árboles al principio y abriéndose sobre el valle cuando finalmente giramos a la derecha hacía un camino de gravilla desde el que divisamos claramente el fuerte a 2.530 m. Después de una subida final rocosa de 1,5 km llegamos a la cima donde Simon nos recibió con una sonrisa y un merecido sello para la cartilla brevet.
Estábamos disfrutando de un cálido sol con vistas de infinitos picos en Francia e Italia a la vez que Montgenevre en el valle, donde nos hospedamos para Among the Giants 5, pero ya era hora de regresar a Briançon. Después de lo que pareció un descenso interminable por las pistas de esquí alpino, entramos a Briançon por los antiguos fuertes y la cité de Vauban. Ya era hora de comer así que nos dispersamos para buscar algunos snacks en un supermercado, comer en un restaurante o pedir una pizza.
La siguiente parte del recorrido constaba de dos subidas consecutivas. La primera desde Sachas y entre árboles hasta alcanzar los 1.850 m tras un divertido final de 200 m de hike-a-bike. Bajamos de nuevo hasta el valle del Durance desde el pueblo de Argentière empezamos a subir hasta los 1.770 m. Esta vez la pista se fue estrechando poco a poco y tuvimos que sortear algunas obras en el camino, pero finalmente llegamos a una pequeña meseta con vacas y hierba que supuso el final de la subida y el inicio de la bajada hasta el chalet.
A pesar de que llegamos en cuentagotas, todos los ciclistas regresamos a tiempo para disfrutar de la cena del día preparada por Anne a las 7:30 p.m. Estábamos cansados, pero no podíamos dejar de compartir cómo nos habíamos sentido durante la ruta. Entre risas, poco a poco nos fuimos dirigiendo a la cama ya que nos esperaba otro largo día.
Etapa 2 – Col du Galibier y Vallée de la Clarée
Día nublado, previsión meteorológica poco agradable, y 130 km con 3.000 m por recorrer. El desayuno fue más tranquilo que el día anterior y todos sacamos la ropa de lluvia. La primera parte fue a través de la carretera hacia Briançon, donde tuvimos el primer chaparrón del día con arcoíris incluido.
Desde Briançon pasamos al gravel, con caminos que nos llevarían a través de pueblos y senderos para empezar la propiamente dicha subida hasta el Galibier. Entre llovizna y niebla divisamos el Lautaret, y desde allí la pendiente no desdencería del 10%. No podíamos ver la cima, solo algunos picos a los lados, pero subimos decididamente por el camino desafiante, húmedo, embarrado y resbaladizo. Soplaba el viento y podíamos sentir la lluvia en la cara y en las piernas, que poco a poco nos iba calando. Todos avanzábamos a nuestro ritmo, lo que se transformó en una larga hilera de ciclistas.
Justo antes de la cima del Galibier a 2.640 m, Chris Hall nos animaba a todos, pero algunos decidieron resguardarse y calentarse en el refugio, mientras que otros pasaron al siguiente valle para iniciar la segunda ascensión. La lluvia iba y venía, y con ella el viento helado. Ninguna decisión era mejor que la otra, simplemente intentar mantenernos abrigados, ya sea en el refugio o moviéndonos.
La segunda subida fue un camino militar de grava con un comienzo rocoso y lleno de baches. La pendiente era bastante constante y el terreno estaba en buenas condiciones. La lluvia había cesado cuando llegamos a la cima de esta a 2.500 m. Desde allí tuvimos que completar una caminata de 3 km entre tres lagos alpinos que nos permitieron llegar al Valle de la Clarée.
Probablemente ese hike-a-bike fue lo más destacado del día, pero lo que fue aún mejor fue la acogida de Simon y Cyril en el Refugio de los Drayères. Una sopa caliente y un buffet con comida increíble a cargo de Anne del refugio, además de una estufa caliente y mantas para calentarnos nos esperaban. No podríamos estar más agradecidos por lo que estaba sucediendo después de pasar tanto frío. Sin embargo, no pudimos quedarnos mucho tiempo porque todavía nos quedaba un largo descenso y una última subida por delante.
Ya sea siguiendo la pista original o cambiando al asfalto, todos regresamos al chalet a tiempo para cenar juntos. Pero antes de eso, una ducha y una visita a la sauna y al jacuzzi. Esta vez la cena fue más tranquila, el cansancio era real, pero todavía teníamos una sonrisa en nuestros rostros mientras recordábamos lo que habíamos logrado. Era hora de prepararse para el día siguiente y descansar.
Etapa 3 – Serre Ponçon, Vallée de l’Ubaye y Tunnel du Parpaillon
Por supuesto, lo mejor siempre se sirve al final. Una ruta de 250 km con 6.500 m de desnivel pensada para completarse en dos días con una pernoctación en el medio. Con algo de nieve de la noche en las cimas más altas, por primera vez nos dirigiríamos hacia el sur y en subida. En el menú del día había una sucesión de subidas relativamente cortas a lo largo del Serre Ponçon que nos llevaron a Embrun y al lago contiguo con algo más de 2.000 m de desnivel acumulado.
A mitad del día nos dirigimos río arriba hacia el valle de Ubaye, donde pasaríamos la noche repartidos en una casa rural en Meolans o en habitaciones en Barcelonnette. Sólo uno de nosotros decidió dormir al aire libre. Afortunadamente Martijn encontró una sauna al aire libre en la que colocó su saco de vivac. Todos pasamos la noche pensando en los demás y en el día siguiente, ya que se podía escuchar la lluvia fuera y el pronóstico no era prometedor.
Teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas del segundo día, los organizadores sugirieron rutas alternativas, ya que la subida hasta los 2.640 m del túnel del Parpaillon podría resultar considerablemente difícil. Sin embargo, todos decidimos afrontar el reto. En la cima se encontraba Simon, comprobando que todos los puntos se movieran y con un fuego y un poco de té caliente para dar la bienvenida a todos. La noche anterior había conducido con su furgoneta hasta allí, pero tuvo que dormir en el túnel debido a un viento y lluvia terriblemente fuertes.
Valentijn y Anna fueron los primeros en empezar a rodar ese día, a partir de las 4, pero el primero en llegar al control de Parpaillon fue Martijn, que fue el más cercano en amanecer. En ese momento el tiempo estaba nublado pero no lluvioso. Sin embargo, cuando el resto de los participantes comenzaron a llegar después del mediodía, el clima cambió drásticamente y solo empeoraría. Los truenos hicieron que todos se dieran prisa para llegar a la cima y refugiarse en el túnel, junto a la estufa, o dentro de la furgoneta para disfrutar de un té caliente y algunos snacks. Simon se convirtió en el salvador del día.
Después de recuperar algo de energía descendimos al valle donde hicimos un pequeño desvío y subida antes de regresar al chalet. Llegamos todos uno a uno y los que terminaron antes estaban allí para animar a los demás, entre abrazos y sonrisas. Acabábamos de recorrer 500 km (+13.200 m) de puro gravel alpino en condiciones climáticas tremendamente cambiantes.
Nos sentamos por última vez alrededor de la mesa para disfrutar juntos de unas cervezas y una merecida hamburguesa. Al inicio del evento apenas nos conocíamos, pero son experiencias como estas las que crean amistades en tan solo unos días de compartir momentos, paisajes y comida, la verdadera mentalidad del peregrino.
No podríamos estar más agradecidos con los organizadores de Le Pilgrimage y todas las marcas involucradas. Esperamos que este sea el primer evento de muchos más, ya que brinda el escenario perfecto para vivir una aventura real pero hacerlo en un ambiente seguro y cómodo. En la comunidad ciclista, además de las carreras, debería haber un lugar para conocer gente ansiosa por descubrir, llevarnos mutuamente al límite, superar lo inesperado e ir más allá de cualquier desafío para finalmente crear amistades y sinergias que perdurarán en el tiempo.