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Touch and Go: Córcega

La segunda edición de nuestro evento Touch and Go tuvo lugar el pasado fin de semana (3-5 de marzo) y, pese a que la logística nos provocó más de un quebradero de cabeza, las buenas sensaciones con las que volvimos a casa disiparon cualquier duda acerca de la factibilidad de esta aventura. Al igual que en la primera edición en Mallorca, el territorio a conquistar fue una isla del Mediterraneo, pero esta vez cambiando a Francia para cruzar la isla de Córcega de este a oeste en menos de doce horas.

La idea trás Touch and Go reside en maximizar el tiempo de un fin de semana. Mientras los ciclistas profesionales viajan a sitios distantes buscando el buen tiempo para hacer training camps, los ciclistas aficionados lo tienen más complicado debido a sus responsabilidades laborales. Con Touch and Go se propone optimizar la parte de viajar al destino durmiendo para aprovechar al máximo un fin de semana.

La elección de la ruta

Con todos los posibles puertos de salida o llegada sobre la mesa, una exhaustiva recopilación de las horas de partida de ferries nos llevó a la conclusión de que la combinación Toulon-Bastia y Ajaccio-Toulon era la única que nos permitía disponer del tiempo suficiente para cruzar gran parte de Córcega en un solo día. Así, el viernes dormiríamos en el ferry para amanecer en Bastia y regresar el mismo sábado para despertar de nuevo en el continente.

A la hora de trazar la ruta, siempre buscando esas carreteras menos transitadas y puertos más espectaculares, tuvimos que tener en cuenta la hora de partida del ferry de vuelta al continente. Así, dimos con una ruta de 192 kilómetros con casi 4.000 metros de desnivel positivo para la que dispondríamos menos de 12 horas para completar. Siendo conocedores de todos los percances que podrían ocurrir en el camino, el margen de error era mínimo.

Todo esto se decidió con bastante tiempo de adelanto, pero durante las semanas previas a la fecha marcada pasamos horas y horas viendo la evolución de la meteorología en la isla. Uno puede pensar que en una isla del Mediterráneo, por lógica, la temperatura nunca será especialmente fría, pero Córcega es una isla que tiene todos los climas, con su pico más alto el Monte Cinto de 2.706 m. Así, cuando a escasos días del evento la nieve cubría gran parte de las carreteras por las que teníamos intención de transitar, muchas dudas merodearon nuestras cabezas.

Finalmente el tiempo estuvo de nuestro lado y los 16 ciclistas pudimos disfrutar de un gran día sobre la bici. Aun así el tema principal en los minutos previos al inicio de la ruta fue cuánto abrigarse y cómo guardar toda la comida que teníamos intención de llevar con nosotros.

De amanecer en un ferry a picos nevados

Hubo varias ocasiones a lo largo de la ruta en las que nos quedamos boquiabiertos al apreciar el paisaje que se abría ante nosotros. Aun tenemos grabado en la mente el momento en el que, a lo largo de un tramo de sube y baja justo después de coronar el primer puerto Col de Bigorno (885 m), pudimos ver desde la distancia los picos más altos de la isla totalmente cubiertos de nieve. Si uno no supiera que está en una isla, juraría que lo han soltado en medio de los Alpes.

Sabíamos que un par de horas después íbamos a estar ahí arriba, y las ganas de rodar por la nieve se enfrentaron a la inquietud de no saber en qué estado iban a estar las carreteras que nos llevarían hasta allí. Ya habíamos pasado por tramos en los que el deshielo había creado verdaderos ríos que cruzaban la carretera, así que era lógico pensar que a medida que continuáramos ascendiendo el estado sería peor.

La primera parada organizada se produjo en el tramo llano entre la primera y segunda ascensión del día, cuando ya habíamos recorrido un tercio de la ruta. Nos abastecimos en un supermercado e intentamos sacarnos cuanto antes de encima el único tramo de carretera principal.

Esos 10 km valieron la pena ya que fue girar hacia la derecha en Francardo y tanto la carretera como el paisaje cambió por completo una vez más. La primera parte del Col de Vergio (1.477m) nos llevó por un cañón (Scala di Santa Regina) con vistas a las altas montañas frente a nosotros. Uno podía escuchar cosas como “uau” o “qué bonito” cada vez que tomábamos una curva y nos encontrábamos con algo nuevo al salir de ella.

Dada la longitud de la subida principal y la hora del día en ese momento, decidimos realizar la pausa para la comida en un punto intermedio de la ascensión en Calacuccia, aprovechando para reagruparnos y coger fuerzas para la segunda parte. Las pendientes que nos quedaban por delante no eran muy pronunciadas así que pudimos permitirnos el lujo de llenar nuestros estómagos con un buen plato de pasta y galletas caseras.

Esta segunda parte se caracterizó por el excelente estado de las carreteras a través de bosques de altos pinos. A falta de más de 10 kilómetros para coronar empezamos a adentrarnos en un paisaje cada vez más nevado a ambos lados de la carretera. Si al inicio de la ruta veíamos el mar, a escasos kilómetros de la cima del Vergio pasamos a circular por verdaderas paredes de nieve.

De la misma forma que en una isla tropical existe el riesgo de que un coco te caiga en la cabeza, aquí casi tuvimos algún accidente con los bloques de nieve que caían por el deshielo de las copas de los pinos. En ese punto el silencio nos rodeaba, y sólo estos pequeños desprendimientos alteraban el sonido de nuestra acelerada respiración.

Parecía mentira que estuviéramos a tanta altura y rodeados de nieve en una isla. La temperatura era relativamente buena, con una mínima de 3°C, pero el sol calentaba y permitió a los primeros en llegar a la cima esperar tranquilamente al resto.

Descenso a una puesta en el mar

Para el descenso nos cubrimos con toda la ropa que teníamos, conocedores de lo que significa descender en invierno. Dato curioso, el ganado en Córcega es totalmente libre, de modo que hay que bajar y tomar las curvas con especial atención ya que es fácil encontrarse cerdos, caballos o vacas en mitad de la carretera. Ellos están en su territorioy se pasean libremente.

El descenso hacía la playa fue partido por un pequeño puerto que muchos no esperábamos, pero que tomamos tranquilamente para seguir el sol que nos guiaba el camino. Ya transitando una parte plana de la costa, nos quedamos de nuevo atónitos al ver el juego de luces de la puesta de sol con las olas del mar, la arena de la playa y las montañas siempre presentes que nos acompañaban hasta la parte más baja.

Ya al límite de nuestras fuerzas coronamos el último puerto Bocca San Bastiano (411 m) y nos reagrupamos viendo el sol caer dentro del mar para descender tranquilamente a Ajaccio. Lo habíamos conseguido. Sin vías de escape y una ruta de lo más difícil aunque preciosa, habíamos cruzado la isla en dirección suroeste en un solo día, exprimiendo al máximo el fin de semana. Además, antes de montarnos al ferry de nuevo, nos quedó tiempo para permitirnos unas pizzas más que merecidas.

Nos habían hablado muy bien acerca de las posibilidades que Córcega ofrece, de ese punto salvaje y aún sin explotar a nivel turístico y, sin duda, la realidad superó con creces las expectativas que teníamos de esta isla. Fue una sensación muy especial saber que estábamos en una isla, practicando ciclismo y haciendo turismo a la vez, pero que solo íbamos a estar ahí dureante un periodo de tiempo muy corto. Todo tipo de emociones estaban flotando en el aire a medida que nos mimetizamos con la naturaleza y nos unimos como grupo.

Se creó un recuerdo precioso a la vez que conexiones inmediatas con todos. Así pues solo nos queda hacer una pregunta, ¿cuál será el siguiente destino de Touch and Go?